Los esclavos hoy tenemos una nueva oportunidad. De nosotros depende violentar lo quieto, que como costumbre y tradición intenta siempre detener lo indetenible.
Una vez más hemos ganado otra batalla larga y ruda en la que el enemigo se la jugó todo, pero perdieron, dejando en el campo de batalla un gran botín que debemos saber aprovechar, no solo en lo físico: carros, tierras, fábricas y otras menudencias, sino en lo fundamental: conocimiento de todo tipo adquirido en pugna, que debemos estudiar a fondo y prepararnos para los nuevos desafíos. No repitamos lo de las viejas élites, dedicadas a consumir la abundancia circunstancial para quedar otra vez en la ruina, débiles y esperando el nuevo zarpazo de los dueños ya recuperados. Claro está, en aquel entonces las consecuencias las pagábamos los esclavos.
Siempre hay que recordar que esta guerra no la hemos promovido nosotros sino el capitalismo imperialista, en procura de nuestros recursos, apropiación del territorio, y la gente que necesita el capitalismo. Con esta batalla hemos ganado tiempo para pertrecharnos mejor, para evitar nuevos embates, pase lo que pase, ya que el enemigo está herido y con sed de venganza. Nunca bajar la guardia, por el contrario aumentar las alertas y ganarnos más aliados. Lo fundamental es pensar cómo definitivamente zafarnos del abrazo capitalista imperial.
Ahora nos toca conversar sobre hechos sucedidos fuera de la cotidianidad. Después de la Segunda Guerra Mundial ha entrado en contradicción el orden impuesto por el capitalismo en el tratado de Westfalia, ahora la guerra es por el control absoluto y las nuevas reglas que impondrá el sector del capital que se imponga en el planeta. Lo cierto es que después de este proceso la tendencia es a la desaparición del Estado-nación y las demás estructuras internacionales que sirvieron de base al régimen capitalista mundial y la imposición de las corporaciones como las petroleras, las cuales entienden que solo pueden vivir en el marco del caos, es decir en la anarquía, regimentada por el poder de las transnacionales, donde los gobiernos, de la ideología que sean, solo serán una entelequia de acuerdo con sus planes.
Para lograr estos objetivos, hoy la lucha es a muerte, los dueños se enfrentan por su poder. Los humanos usarán todos los medios a su alcance, sea cual sea el resultado. Ellos como idea, como imaginario, como sistema continuarán dominando el planeta basados en su cultura. A menos que ocurra lo distinto, lo cual estará obligado por otro pensamiento sustituto del actual sistema.
Ante estos hechos en plena acción, la inmensa mayoría esclavizada poco o nada entiende, entendemos, qué es el poder a pesar de sentir su inmenso peso sobre el lomo, cuando mucho lo confundimos con el Estado, al cual siempre le echamos la culpa de todo lo que sucede sin comprender a fondo que el poder no es un hecho misterioso, milagroso, que el poder es un hecho real, verificable, que el poder es un compendio de armas y palabras que habitan en un mundo real, físicamente construido a lo largo de los siglos, que se sostiene con mitos, imaginarios, métodos, construcciones, convenciones, instituciones, leyes que siempre favorecen al que lo ejerce, sea en nombre de lo que sea.
La terca realidad nos dice que el poder no se puede ejercer como potoquitas, que el poder no funciona para dirimir conversas de borrachos, que el poder es una herramienta para lograr objetivos —y hasta ahora las élites lo saben muy bien— concretados solo a los coñazos, sea bien vestido, con halagos o con misiles.
La pregunta es para nosotros los esclavos: ¿A qué látigo seguiremos en la contienda? O ¿Es posible pensar, diseñar, construir lo distinto, seremos capaces de resolver la contradicción amo-esclavo y erigir una cultura que sustituya la cultura humanista y su aparato de producción el capitalismo? Porque entendemos que los dueños no tienen ningún interés en cambiar lo existente, en cuanto es su padre, madre y cría a la vez, las tres divinas personas y un solo capitalismo verdadero, que gane el dueño que sea, nos impondrá su sistema.
Empezamos como una imitación
Si los esclavos queremos realmente vivir de otra manera, es mejor desde ya empezar por abandonar las ilusiones, las quimeras, las esperanzas de ser dueños y concentrémonos en pensar la otra cultura que sustituya la actual, que nos mantiene esclavizados. Ya está bueno de afiliarnos a los vencedores después de cada gran guerra entre capitalistas, los esclavos necesitamos crear nuestra propia visión de la vida; de otra manera estaríamos hablando gamelotes filosóficos que solo conducen a la ilusión, y el que vive de ilusiones muere de desengaño.
Lo primero que nos toca confrontar es que no somos un pueblo, no existimos como tal pueblo, aunque así se nos designe o nos nombremos en ley o constitución. Empecemos por ahí, cuando se dio la guerra de independencia no había ningún pueblo en la estructura social y económica que estaba constituida. Durante lo que llamaron la colonia en estos territorios había señores feudales o mantuanos, y sus esclavos con determinadas licencias, algunos libertos que no tenían ningún derecho a nada aunque pudieran andar por ahí sin el látigo en el lomo; era lo único que podían hacer, pero apenas se resbalaban eso desaparecía, eso era lo que ocurría, pero no había un pueblo constituido sino un hacendado con su servidumbre, que le pagaba la protección a la corona, la cual extendía sus brazos criminales hasta estos territorios por medio de seres cuyo único deseo era hacerse rico a costa de lo que fuera. Y esa idea se fue transmitiendo a las élites mantuanas. Eso es lo que realmente existía en esta mina que nunca ha dejado de serlo, en todo el mundo invadido por el capitalismo.
La verdad es que el concepto pueblo es un invento de los dueños que se organizaron y se autonombraron pueblo y delimitaron el territorio; tuvieron su escudo, su bandera, su carta de derecho, una justificación para robar al vecino y quitarle lo que tenía, donde los esclavos no éramos considerados gente. Este es un problema que nadie quiere entrompar como político, y es que los esclavos para los dueños solo éramos, y somos una mercancía, porque nos compraban y nos compran al igual que cualquier otra.
Los libertadores, con Bolívar a la cabeza, intentaron crear o dar forma a un pueblo, pero la ausencia de ideas unificadoras en los esclavos y el afán de riqueza de las élites imitadoras de lo extranjero se confabularon para asesinar a Bolívar y mantenernos en manos de los dueños extranjeros. Tal y como sucede hoy con María Corina, una simple chatarrera educada para vender el territorio con todo, recursos y gente, para favorecer los intereses de las transnacionales al ofrecer la absoluta privatización de todos los recursos naturales, especialmente el petróleo, sin importarle la juntura pueblo, porque en su cuerpo no existe esa idea, y la vergüenza por traición a la patria no es un componente intrínseco de su íntimo ético, como tampoco lo es de todos quienes la acompañan en esas bastardas intenciones.
Son simples seres errantes que pueden servir a cualquier circo trashumante que pague sus maromas, gente despoblada, la nada.
Uno de los ejemplos es la acción política en la que estamos involucrados. Cuando Chávez llegó a medio controlar el Estado, que no el poder, en manos de los dueños como ya lo hemos definido, la política se dirimía entre partidos políticos que, en general sin importar la ideología profesada, todos formaban parte del "juego democrático". La política era una empresa más, con sus creyentes y fanáticos dirigidos por líderes, gerentes, o como les gusta decir a los nuevos pitiyanquis: CEOs.
Ninguno cuestionaba a quién servía, todos entendían que la política era mantener tranquilas las condiciones de explotación que durante un siglo las petroleras habían mantenido en el país, explotándolo como su mina. Los políticos sabían que no se podía gobernar sin la anuencia de las petroleras, desde hacía cien años las petroleras ponían y quitaban gobernantes sin que nadie cuestionara sus decisiones.
Ellos se reunían en estructuras de igual a igual, de acuerdo con la posición que ocupaban en ellas, pero los planes del capital financiero especulativo de eliminar los Estados-naciones y crear un caos controlado trajeron como consecuencia la aparición del chavismo en la historia, lo que resquebrajó esas estructuras ya agotadas y anquilosadas que no se podrán recomponer. Ello generó un enfrentamiento por el poder, los dueños apelaron a sus propios CEOs, sus "communities management" que asumieron la política como una empresa más, porque su visión del mundo es: yo soy dueño, mando y todos obedecen, sin medias tintas, ni claros-oscuros.
Entonces a los viejos y nuevos políticos que pertenecían a las rancias estructuras partidarias los han ido relegando, después de algunas escaramuzas, lo cual trajo como consecuencia que los Parras, los Brito, los Gutiérrez y otros lugartenientes en esos partidos se dieron cuenta de que eran líderes en su nivel, pero que con la nueva situación y las nuevas formaciones para la guerra ellos nunca ascenderían en la oposición, porque para llegar al poder tendrían que pasar por encima de la oligarquía y esta nunca se los permitiría por una razón muy simple: ya ellos no necesitan mayordomos porque ejercerán la política de manera directa como una empresa más. Por tanto, como políticos inteligentes, los lugartenientes se dan cuenta de que ellos en el chavismo, si bien no van a derrocar al chavismo, podrán ser diputados, gobernadores, concejales, alcaldes, diputados y tendrán alguna influencia para negociar, harán vida política y formarán parte de un país y están bien sabiendo que serán tratados de tú a tú y respetados; pero también aprendieron que con María Corina a la cabeza y con los jaladolares que le acompañan, no los respetará nadie porque la oligarquía los considera pueblerinos de segunda, es decir, esclavos ejerciendo política a favor de los dueños.
Cuando analizamos quiénes son los alacranes, mayormente gente interiorana, ascendidos en política, al igual que la inmensa mayoría de chavistas, esa es la verdad cruda y real de un país como este. Cuando hablamos por ejemplo del bloque histórico, estamos hablando de incluir a estos esclavos en contradicción, aunque sigan pensando que son dueños o aspiran a ser dueños pavoneándose en sus trajes imitando mantuanos, pero es con ellos que buscaremos, en el marco de la contradicción, plantearnos la construcción de un pueblo en este territorio, donde vivir con determinadas reglas. Y para que ese pueblo exista tenemos que forjarlo, sembrarlo, crearnos modos, usos y costumbres intrínsecas, donde ya nunca más seamos nombrados o designados sino que nos autonombremos con orgullo. Somos. Que su nombre jamás y nunca por siempre sea en vano, juguete de bandidos, saqueadores y traidores.
Para ello, todos sus propulsores deberán conversar y confrontarse en torno a la existencia o no del capitalismo y los privilegios oligárquicos, como dice el cazador novato, "ese si es un tronco e peo difícil de resolver", pero seguros estamos de que lo resolveremos, como dijo Carlitos Gonzáles: "Más feas las he visto y se han casado".
Por ahora tenemos cosas que pensar y resolver. Por un lado tenemos a los dueñitos internos que no quieren soltar la presa y están dispuestos a traicionar y destruir este territorio llenándolo de sangre, tal y como ya lo están haciendo, con tal y ellos permanezcan. También tenemos a los dueños extranjeros, a quienes menos aun les importa lo que aquí suceda con tal y a ellos se les provea su plusvalía reglamentaria, su dote, su diezmo engordado. Y por otro lado somos esclavos ambicionando ser dueños porque los esclavos no tenemos en el cerebro una opción distinta, porque no la conocemos y ni siquiera estamos interesados, por ahora, en conocerla, cuando mucho nos afiliamos a los ofrecedores de felicidad, de ilusión, demagogia, quimeras, esperanzas, de mundos ficticios, donde al esclavo se le hace agua la boca, mundos mágicos ahítos de comida y placeres, sin preocupaciones de trabajo, cuentos sencillos de las mil y una noche con los que nos han deslumbrado los políticos de siempre, sin importar su ideología.
La única posibilidad es que los esclavos entendamos la necesidad de generar una idea distinta que nos haga sentir ser sustitutos de los dueños, pero no en la propiedad sino en la vida, porque dejamos de ser esclavos y no necesitamos ser dueños y esa es la contradicción en la que tenemos que entrar como esclavos, seamos abogados, médicos, políticos, ingenieros, gerentes, intelectuales, poetas, académicos, albañiles, carpinteros, agricultores, pescadores, filósofos, para poder llegar a ser un pueblo, porque nosotros no estamos en el nivel de pueblo en pertenencia, somos apenas el remedo, la imitación burda, de parafernalias y boatos de los invasores, cuando mucho esqueléticos gremios usados en nombre nuestro, para mantener la ambición y miseria de esos dirigentes, sean defensores de lo que sean.
Cuando escuchamos a Chávez diciendo que nos robaron el futuro, ¿qué está diciendo? Ninguno de nosotros tiene futuro, él está hablando desde el más viejo que él, hasta el más niño, y eso podemos extenderlo en caso de que nos propongamos la creación de la idea, hasta cinco generaciones nonatas, porque es un largo plazo, un largo recorrido para constituirnos como un pueblo.
Cuando aparecieron los dueños del capitalismo en Europa, sucedieron miles de años de confrontaciones, robos, crímenes y asesinatos para que el concepto de los predestinados, del destino manifiesto, apareciera en el cerebro de los que dijeron cuando llegaron al norte de América: aquí está el territorio, porque en Europa no se puede desarrollar el capitalismo tal y como lo estamos soñando, y de hecho vemos que el mayor desarrollo del capitalismo es en Estados Unidos, donde pudieron asesinar, exterminar a los habitantes o reducirlos a reservas. Fue una política de tierra arrasada, donde destruyeron bosques y exterminaron especies animales que contravenían su presencia, el buen funcionamiento y desarrollo del capitalismo y el cumplimiento de los preceptos superiores del humanismo. Todo ello en nombre del dios-ego individuo todo poderoso.
Estados unidos fue concebido como el territorio donde el experimento capitalista daría los resultados que se esperaban, ya se sabía qué había que hacer y ellos, al no considerar a los habitantes originales como gente, entrompan el territorio desprovisto de gente, es decir, el crimen no traería remordimientos de conciencia, se podía construir en Estados Unidos lo que ellos llamaron el imperio de la libertad, y así lo hicieron. Todo lo demás es simbología, tótem, pero la esencia del problema es que ellos ahí llevaron el concepto de la libertad, de la democracia, de la igualdad, de la fraternidad a realizaciones excelsas, donde practican realmente un sistema, un modo de producción y lo logran desarrollar a la máxima potencialidad. No es casualidad que sea en Estados Unidos donde se produce la primera declaración de los derechos del hombre que, cuatro años después, asume la Revolución Francesa.
La gente debería preguntarse, por ejemplo, cómo Thomas Jefferson, que es quien escribe la primera constitución norteamericana, en la que se expresa a todos los hombres somos libres, con derechos, ¿cómo es que ese señor que tenía muchos esclavos, incluso relaciones con las negras esclavas que le parieron hijos y ninguno de ellos tuvo derecho a nada en su fortuna, era un verdadero pater familias, que sin mácula alguna pasó a la historia como el presidente de Estados Unidos y redactor de la constitución, que no le dio la libertad y dotó de derechos a sus hijos esclavizados por él? Mejor representante de los humanos no es posible, tenía todas las barajitas.
¿Por qué no en la India, en China? Por la sencilla razón de que ya eran culturas, civilizaciones a las que no se podía exterminar, porque los costos de esa empresa terminarían quebrando al incipiente capitalismo. La gran mano de obra y los recursos de la India, Nueva Zelanda, Australia, Asia, África, Suramérica y parte del Caribe sirven para generar grandes acumulaciones de capitales que, a su vez, financian las grandes obras del capitalismo y su expansión por todo el planeta, imponiéndose no solo como un aparato de producción expoliador sino también como la cultura humanista superior.
Los derechos solo son del amo, en el esclavo ilusión
¿Qué determina el derecho realmente? ¿Acaso existe una ley divina o terrenal que los haya creado? Que se sepa eso no existía hasta hace muy poco en la historia, cuando en 1776 los dueños de las trece colonias los emitieron por primera vez: "Sostenemos como evidentes estas verdades: que los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". Luego se refrendó con la llamada Revolución Francesa en 1789. Estos fueron los derechos creados por los humanos, hombres blancos dueños que se creían predestinados como la raza superior, impuesta por dios para dominar y someter a la naturaleza en general, es decir todo aquello que no fuera dueño, blanco anglosajón, quienes redactaron esta acta o manifiesto.
Otro hecho interesante: estos derechos se esgrimieron contra el poder de la corona y la iglesia, es decir la confrontación fue entre dueños, y cada dueño sabía que su razón y derechos comienzan y terminan en el poder de sus armas y la de los otros.
Los esclavos nunca tuvimos derechos porque los mismos pertenecían a los hombres poderosos, los esclavos no estábamos considerados por estos como hombres dignos de derechos, es decir, fuera de los dueños blancos anglosajones, toda la población mundial no era considerada gente, lo cual incluye a las mujeres. Pero los esclavos, en vez de crear los suyos, se afiliaron a la idea de que ellos también debían ser dueños y aquí estamos con la misma ilusión, peleando por derechos de dueños, libertad, igualdad, fraternidad, democracia, progreso, sin percatarnos de que todo ocurre por el esfuerzo de nuestros lomos y cerebros, que mientras luchemos por esas zanahorias seguiremos siendo los mismos esclavos, generación tras generación.
Solo después de la Segunda Guerra es cuando se instrumenta en las naciones unidas los llamados derechos humanos universales, herramienta con la que se negocia someter, o no, a los países mina, según los intereses de los dueños del mundo, manipulando los tales derechos nunca escritos por los esclavos, que muchos esclavos domésticos y acomodados en las faldas de sus dueños se encargan de usarlos a favor de tal o cual dueño. Para muestra está la República Bolivariana de Venezuela, la cual pretenden acoquinar acusándola de violar los derechos humanos de los terroristas cada vez que se defiende ante sus acciones. Todas las cacatúas del mundo gritan a coro: ¡Venezuela terrorista! Pero en la realidad son los dueños quienes mecen la cuna de los terroristas del mundo con sus finanzas en nombre de su razón y derechos que, por la fuerza, sostienen.
En los diversos procesos vividos por la esclavitud en la historia, en ninguno de ellos ni los dueños ni los esclavos han hablado de derechos para los esclavos, es decir los esclavos no entendían ningún derecho, solo sabían de trabajar y de más o menos latigazos por el lomo, y estas leyes únicamente las aplicaba el amo, ellos sabían que pertenecían al amo. En ese marco las conductas miserables, o dignas o intermedias de los esclavos, cada una tenía un castigo, premio y punto.
La violencia que ha sido ejercida contra los esclavos es bestial, brutal. En Estados Unidos y el mundo entonces es claro que en la relación esclavo-amo el esclavo no tiene referentes, alter egos, que no sea el amo y sus concernientes culturales, por tanto nadie quiere ser esclavo pero sí quiere ser amo porque es su única referencia cultural, filosófica, conceptual. Es decir los esclavos no pensamos en dejar de ser esclavos, por ahora solo gritamos que los amos nos amen como a sí mismos. Que nos acepten, como si ya no nos aceptaran como esclavos que somos. Todavía no imaginamos cómo será ser gente.
Esa ilusión se ha vendido completica y nosotros se la hemos comprado con todo los jugueticos, en esa anda la clase media, "es que nosotros salimos a comernos el mundo", sin entender que el sistema nos come a nosotros. La clase media es el esclavo doméstico que se ha ido trasmutando en el tiempo con profesiones, con deportes, con afectaciones culturales, pero es el mismo esclavo doméstico que se cree dueño porque vive en la casa del dueño escondiendo sus crímenes diarios, durmiendo en habitaciones escondidas, comiendo en la cocina y atendiendo bien la visita de los amos.
La relación esclavo-amo es una relación amor odio porque queremos ser el amo que somete, y lo odiamos porque el amo nos somete, no nos deja ser amo, la trampa es perfecta, absoluta, es un problema real, pero también conceptual y referencial porque no tenemos otra referencia y los ofrecedores de mundos posibles nos ofrecen ilusiones, utopías, quimeras que nunca se concretan y se vuelven sal y agua y, por supuesto, nosotros nunca hemos pensado no porque no tengamos cerebro sino porque no hemos visto otra perspectiva que no sea la del amo.
La posibilidad de pensar está en el futuro porque no tiene la referencia de dueño y pensando es la única manera en que podamos superar el presente, pero nos vendieron la trampita de que en el futuro, si nos deslomamos trabajando siendo fieles a la corporación todos los días, lograremos ser dueños felices.
Entonces, compadre, construirse como un pueblo es una conversa dolorosa, seria, complicada, nada sencilla, nada amable, porque nosotros mismos estamos negados a esa posibilidad de pensarnos desde otro punto de vista, que no sea ser dueño. Para pensar en otra posibilidad necesitamos abandonar la ilusión del gran carro, la gran piscina, las despampanantes modelos, los grandes viajes, que nunca hemos tenido, y aunque los soñemos jamás los vamos a tener, igual para las mujeres que no son distintas en esclavitud que los hombres.
Si esa conversa no se plantea, no hay manera de salir de la trampa porque en el capitalismo no hay solución a nada, la trampa es perfecta, produce a los pobres que necesita para seguir reproduciéndose como sistema, y no hay gente que quiera deshacerse de eso porque los esclavos, sean intelectuales, profesionales, administradores, artistas, políticos, académicos están aspirando, al igual que el amo, el control.
En las guerras anteriores, sean de independencia o de lo que fuera, los esclavos domésticos, ante la promesa de rapiña, se iban con sus amos donde sus amos fueran, y es lo mismo que le pasa a toda esta clase media con María Corina, con los Capriles: vemos esclavos estúpidos viviendo en Miami, sirvientes de los tipos o rapiñando miseria.
Esa es una de las discusiones más importantes que tenemos que tener para plantearnos la idea de crear un país, pero estamos obligados a salir de los viejos esquemas que mantienen la tarima, los tótem, banderas, escudos, himnos, fronteras. Todo eso debe ser sometido a la hoguera de la conversa, porque si no lo discutimos, no podemos resolver el problema y siempre estaremos, por desconocimiento, durmiendo con el enemigo.
Para nosotros, hablando como esclavos en contradicción, en la sabana de crear pensamiento la discusión que se nos plantea es bastante complicada, pero hay que hacerla, y ahí es donde no entran los temas de corrupción, si adecos o copeyanos, ni socialistas, ni comunistas, ni chavistas ni nada de eso, sino que sometamos a la hoguera todo lo pensado y lo que tenga fuerza vital sobrevivirá. Si Bolívar, Miranda, Rodríguez, Zamora se sostienen en un análisis serio y profundo de la realidad, bienvenidos sean, no somos nosotros como fanáticos quienes les sostendremos o condenaremos sino su obra.
Hay que plantear un montón de pensamientos con muchas ideas y promover una estructura de conversa que toque cada uno de esos temas para poder decir que esta estructura contiene el pensamiento que nos hará ser venezolanos o, incluso, que cuestione el término venezolanos.
A Chávez lo tenemos que poner en el nivel que ha de tener, porque Chávez es el generador del pensamiento que puede constituirnos como un pueblo. Para ello muchas de las claves y códigos él los emitió, el problema es sentarse con equipos a desmenuzar esos códigos. Por ejemplo cuando él dice: a nosotros nos robaron el futuro, ¿quién es nosotros? Debemos saber que nosotros no somos una pequeña o gran civilización, no hemos nacido de un gran o pequeño mito poderoso, no somos los elegidos de dios o dioses, no descendemos de ninguna raza superior distinguida, nunca hemos sido conquistadores, invasores o saqueadores, no somos héroes, ni descendemos de ellos, no habita en nosotros la perfección, no hemos creado ni profesamos ninguna filosofía que debamos imponer a nadie, no estamos predestinados al dominio y el sometimiento de la especie o la naturaleza en general, no hemos nacido para tener enemigos, aunque el enemigo nos esclavice a nosotros, porque nosotros solo somos los esclavos entrando en contradicción, intentando hablar como especie, como cuerpo como forma de la vida. Para dejar de ser lo que somos y proponer lo distinto, lo original, en definitiva nosotros somos lo posible, lo que piensa pensarse, para auténticamente ser en pertenencia.
Por tanto, todo lo que podemos derivar de sus códigos es valioso para el análisis, porque él no tuvo tiempo de reflexionar, de hacer filosofía de lo que dijo, pero la profundidad en sus discursos, la frase "A nosotros nos robaron el futuro" es un libro que hay que hacer.
Hay una cantidad de discursos de él que son muy precisos. Cuando él manda al carajo a los norteamericanos, a los europeos, cada cosa de esa nos está diciendo que con lo existente no es que debemos construir lo que tenemos que construir, esto no puede ser las ventanas, las puertas, los espejos, las paredes, los pisos, de la otra casa sino que debemos ser auténticos, originales. Es una de las grandes tareas que tenemos y que tendrán que hacer en el futuro los equipos pensadores, porque ya no se puede hacer una tarea individual, esta tarea no la pueden hacer, por ejemplo, nada más los universitarios, como técnicamente universitarios, los académicos, los poetas, los pintores tradicionalmente concebidos como individuos, porque ya ellos tienen lacrados en el cerebro el pensamiento europeo y no hay manera de raspar esos pegostes, no hay antioxido que les podamos meter, ya ese óxido asesinó esos cerebros y no hay manera de reaprender o desaprender, eso no es posible.
No tienen ideas propias, es copia de copias, de copias, es burdo, no es original, puro refrito, no es que tienen un análisis serio que se separa de todo el mundo político, filosófico. Si hablan, por ejemplo, de Chávez, casi siempre surge la burla baladí, el temor, la negación, el desdén, el insulto desmedido, expresión de odio y miedo, cuando no fórmulas aprendidas en manuales anticomunistas, o el milagro, la vaina religiosa, o el brujo, el predestinado, pero no hay un estudio serio, reposado del tiempo, del espacio donde vivimos. En todos se manifiesta la ideología como falsa percepción de la realidad; pero no el análisis como el que tiene que hacerse, ¿de dónde viene Chávez, por qué este proceso, cómo llegó a las conclusiones que le llevaron a las acciones que puso en práctica, cuáles sus métodos, sus visiones, sus sueños, cuál su concepto de país distinto a la mina que somos?
La raíz del pensamiento es amplia y profunda como el océano, es tan antigua y nueva como la vida misma, naciendo para lo distinto, la creación, lo original.