Mié. 23 Abril 2025 Actualizado 3:20 pm

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Benjamín Netanyahu, primer ministro de Israel, en su visita al presidente Donald Trump el pasado mes de febrero (Foto: NBC News)

Genocidio y aranceles

El pasado 2 de abril la administración Trump dio inicio a una ofensiva arancelaria de carácter planetario. Ese día, rotulado con el extravagante eslogan "Día de la liberación", el mandatario estadounidense disparó misiles comerciales contra todo el mundo: los denominados "aranceles recíprocos" —con 10% de punto de partida—, en un episodio con cierto eco que rememora el delirio del Coronel Kurtz en Apocalypse Now.

Jornadas después, en medio de una caída histórica de las principales bolsas de valores del mundo, acompañada por un grave deslizamiento a la baja de los precios del petróleo, el inquilino de la Casa Blanca anunció una pausa de los aranceles por 90 días, a excepción de los aplicados a la República Popular China, a la que elevó la carga tarifaria a 125%, decisión que deja ver la saña selectiva de la guerra comercial norteamericana.

Luego, subió los aranceles al país asiático a 145%, con lo cual marcó un nuevo límite de tensión. China respondió imponiendo tarifas casi al mismo nivel, con la determinación expresa de no dejarse amilanar y de luchar "hasta el final". El toma y dame impulsó las expectativas negativas en torno al crecimiento económico mundial, mientras todos los países reexploran sus cálculos geopolíticos y comerciales para mitigar los efectos del trastorno infligido en las cadenas de suministro, y dinámicas de comercio internacional, por la Casa Blanca.

Por esos mismos días de inicio de abril el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, anunciaba una expansión de la letal "Operación poder y espada" orientada a recrudecer el cerco criminal en la Franja de Gaza, con el objetivo táctico de viabilizar la anexión de nuevos territorios y seguir presionando a los palestinos a abandonar su hogar "voluntariamente".

Esto ocurrió bajo el cálculo estratégico que tiene Tel Aviv, en concreto el primer ministro Benjamín Netanyahu, de implementar, a sangre y fuego, un proceso de ingeniería demográfica diseñado para configurar campos de concentración, bloquear la entrada de ayuda humanitaria, fracturar las conexiones sociales y económicas y dividir Gaza en dos, lo que implica un nuevo paso certero hacia la distopía del genocidio y la limpieza étnica de la población palestina.

Dicho movimiento hacia la institucionalización definitiva del cerco, la segregación y la expulsión forzada de los palestinos en Gaza provino del propio Netanyahu, el mismo miércoles cuando Trump apretaba el botón rojo de la guerra comercial.

El primer ministro, obsesionado con el destino irredentista y criminal del "Gran Israel", anunció la "captura" del "eje Morag", ubicado teóricamente, en tanto invención militar de Tel Aviv, entre Khan Younis y Rafah, con lo cual avanzó hacia el plan de dividir la Franja.

"El Eje Morag es el muro del gueto de Varsovia de Gaza, reinventado para la era digital", afirmó con exactitud y lucidez el blog The Islander en una publicación reciente en su canal de Telegram.

El medio Middle East Eye, citando el Canal 12 de Israel, señaló que "la separación de Khan Younis y Rafah es parte del plan militar para implementar la propuesta del presidente estadounidense Donald Trump de expulsar a los palestinos de la Franja de Gaza". La sentencia del medio confirma que el pacto entre la quimera terrorífica del genocidio que persigue Netanyahu y las fantasías inmobiliarias tecnofuturistas del magnate republicano en Gaza es estructural.

Pero más allá de la evidente convergencia de intereses, el genocidio en Gaza —y ampliado hacia Cisjordania— y la agresiva campaña de aranceles de EE.UU. están entretejidos por lazos e interrelaciones que superan la lógica transaccional entre dos entusiastas de la expansión colonial.

Ambos movimientos, ambas situaciones, en diversos renglones de violencia intentan responder al problema sistémico que está haciendo crujir la corteza del engranaje capitalista: su crisis crónica de sobreacumulación y endeudamiento, traducida, como límite de la época posfordista y neoliberal, en una trama de zombificación e improductividad que no tiene escapatoria. El capital se ha quedado sin zonas de rentabilidad para realizarse reinvirtiendo el colosal saldo de riqueza acumulada en la última década de financiarización enloquecida.

La guerra arancelaria de Trump es una medida desesperada para hacer de EE.UU. un país rentable para la inversión con fines de reindustrialización. Intimidación, violencia narrativa y terrorismo económico puestos al servicio de una agenda de "recesión controlada" con la que busca escapar del Dilema de Triffin y reducir el poder adquisitivo de la población con vistas a crear nuevas oportunidades de acumulación para la plutocracia estadounidense, el principal beneficiario de un reordenamiento de flujos comerciales cuyo impacto inflacionario menguará a la población general pero enriquecerá a los sectores industriales y manufactureros.

Y a esto debe sumarse la campaña de persecución sobre la migración, con sus buenos resultados a la hora de abaratar el costo de la mano de obra para asegurar una mayor transferencia de riqueza por desposesión de abajo hacia arriba.

El genocidio en Gaza está atravesado por el mismo principio, aunque se materialice de una manera diferente. William I. Robinson y Hoai-An Nguyen, refiriéndose a las buenas perspectivas del negocio energético y turístico postlimpieza étnica, lo analizan con suma precisión: "La economía política israelí es emblemática. El asedio a Gaza y Cisjordania es una forma de acumulación primitiva destinada a abrir nuevos espacios para la acumulación transnacional".

Los autores sostienen que "cada nuevo conflicto en el mundo abre nuevas posibilidades de obtener ganancias para contrarrestar el estancamiento. La interminable destrucción, seguida de la reconstrucción, impulsa la generación de ganancias no solo para la industria armamentística sino también para las empresas de ingeniería, construcción y suministro afines, la alta tecnología, la energía y muchos otros sectores, todos integrados con los conglomerados transnacionales financieros y de gestión de inversiones que constituyen el núcleo de la economía global. Estos son los vendavales de la destrucción creativa, seguidos de los auges de la reconstrucción".

No pareciera demasiado exagerado pensar en que los aranceles de Trump y el genocidio israelí son procesos simbióticos que se retroalimentan. Mientras los primeros constriñen la economía mundial, trastornan el comercio y buscan empoderar financiera e industrialmente a Estados Unidos, el segundo crea una pista de aterrizaje, apilada de cadáveres y baños de sangre, destinada a la inversión y a la acumulación originaria de capitales de un capitalismo occidental que ha perdido su liderazgo frente a unos Brics en ascenso meteórico.

Tel Aviv crea las condiciones para el reimpulso del capitalismo zombi, mientras la ofensiva comercial estadounidense busca debilitar las economías en ascenso en la región euroasiática. La campaña genocida de Netanyahu, además de ser una interfaz estratégica de ese plan, es el brazo armado de la "era dorada" que Trump prometió a EE.UU. el día de su toma de posesión, una promesa que es indisociable de la expoliación y la subyugación de países y riquezas exógenas.

No es tanto que el genocidio y los aranceles se den la mano; en realidad, son dos caras de un mismo proceso geoeconómico y geopolítico.

Como ambos convergen en el objetivo civilizatorio de prorrogar un modelo capitalista inviable, y en vista de que también coinciden en probar nuevos límites de impunidad, forman parte de una misma coreografía del desastre, diseñada y planificada para destruir todo aquello que se oponga a la hegemonía occidental en declive: sea un gigante económico en ascenso como China o un niño inocente en Gaza, desmembrado por bombas que abren, que limpian el camino a un capital turístico, energético y financiero que está en la calle ciega de sus propias contradicciones.


Este artículo fue publicado originalmente en el medio Nós Diario el 22 de abril de este año. El mismo ha sido editado y actualizado para su publicación en esta tribuna.

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