Jue. 23 Enero 2025 Actualizado 6:15 pm

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El polémico saludo nazi de Elon Musk en la celebración de la inauguración presidencial de Trump (Foto: Eric Lee / New York Times)

¿Qué hará Musk en la Casa Blanca?

Pedante sin filtros como Trump, ¿hay lugar para ambos? Negocios, neonazis y broligarquía

El rol del multimillonario Elon Musk en el gabinete de Donald Trump ha llamado la atención en diversos lugares. No solo por su osado activismo pronegocios para sus intereses comerciales, con el que intenta vulnerar capacidades estatales de regulación —incluso más allá de las fronteras de Estados Unidos, como fue el caso con Brasil— sino por su injerencia en asuntos políticos de otros países donde apoya a dirigentes y sectores de ultraderecha en las Américas y en Europa.

Ninguno de esos dos movimientos es novedoso en gente con tamaño poder de billetera. En cuanto a hacer negocios y ganancias, cualquier empresario trata de beneficiarse de un gobierno amigo o, más aun, si él mismo forma parte del círculo de confianza del mandante de turno o directamente tiene un cargo, como fue el caso, entre otros, de Mauricio Macri en Argentina, tan luego el mismísimo presidente, o es ahora el caso de Musk como secretario de "Eficiencia gubernamental". Cada "desregulación" que propicie el dueño de Tesla, Starlink, X y otras empresas tendrá la contracara de más rentabilidad para alguna de sus compañías. Y en lo que se refiere a saborear la política doméstica o internacional, allá están Henry Ford y sus cercanías con el nazismo, o Rockefeller nieto —del barón del petróleo y fundador de la Standard Oil—, que llegó a ser vicepresidente de Estados Unidos, entre los magnates más conocidos.

En un artículo reciente para Le Monde que reprodujo en su propio sitio, el economista griego Yanis Varoufakis dice que Musk y otros multimillonarios cercanos a Trump, a quienes llama "broligarquía" —un pequeño grupo de hombres poderosos que controlan una estructura política—, forman una conspiración para extraer la máxima riqueza posible. "Copan Mar-a-Lago —la residencia de Trump en el estado de Florida— y por unos pocos cientos de millones de dólares que invirtieron en la campaña electoral para su reelección, a los pocos minutos de su victoria amasaron una riqueza extra de cientos de miles de millones". Cita los casos de Palantir, de Peter Thiel, cuyas acciones se dispararon 23% tras los comicios, mientras que Tesla, de Musk, vio cómo sus acciones subían 40% "hasta alcanzar un nivel de capitalización superior al de la mayor parte del resto de la industria automovilística mundial junta. Por unas migajas de su mesa, que araron en la campaña de Trump, la cofradía de las grandes tecnológicas está en proceso de recibir tres regalos asombrosos".

En su escrito, el exministro de Economía de Grecia y activista de izquierda, a quien Tektónikos entrevistó para que hablara de estos nuevos actos y sobre su libro "Tecnofeudalismo: el sigiloso sucesor del capitalismo", argumenta una diferencia con el poder de los grandes capitalistas "antiguos", ya que ellos "no disfrutaban del poder de internet", aunque sí "tenían otras formas de moldear nuestro entorno político, filosófico y cultural. ¿Hemos olvidado —se pregunta— cómo los oligarcas, por ejemplo, los hermanos Koch, pasaron décadas financiando la Red Atlas y la Sociedad Mont Pellerin para convertir el neoliberalismo en un credo universal que disfraza de campaña por la libertad una cruel guerra de clases contra la mayoría? ¿O cómo Goldman Sachs proporcionó a la administración de Bill Clinton su propio CEO para que fuera el secretario del Tesoro que eliminó todas las regulaciones que impedían los peores excesos de Wall Street?". Por cierto, Goldman Sachs proporcionó más de un funcionario, como hicieron en otros momentos Citibank, J.P. Morgan, Deutsche Bank y otros —también a gobiernos neoliberales de otros países como Argentina—. Entre los magnates mediáticos podría mencionarse como igualmente poderoso el australiano Rupert Murdoch pero, de nuevo, no es ni ha sido el único en distintas épocas. Y hay figuras aun más poderosas y en las sombras en los nuevos formatos capitalistas, como el dueño de Black Rock, Larry Fink.

Volviendo a Varoufakis, la diferencia fundamental que observa con los del campo de las nuevas tecnologías es que ahora hay, dice, un "superpoder, una hiperarma, que la broligarquía posee hoy en día y que sus predecesores de Big Business y Wall Street no poseían. Se trata de una forma de capital que nunca había existido hasta hace poco: el capital en la nube que, por supuesto, no vive en las nubes sino en la Tierra, compuesto por máquinas conectadas en red, granjas de servidores, torres de telefonía móvil, software, algoritmos impulsados por inteligencia artificial y en el suelo de nuestros océanos, donde descansan incontables kilómetros de cables de fibra óptica".

Caos informativo, fin de la democracia

Analista del poder de los grupos de alta tecnología aplicada a las comunicaciones en The Guardian, Carole Cadwalladr es una de las voces más autorizadas en el tema y acérrima crítica de Musk, en particular por su rol en X (exTwitter) y las redes sociales.

Ha escrito que "amanece una nueva era [en la cual] los hermanos tecnológicos de Estados Unidos se pavonean ahora en los pasillos del poder", y periodiza este momento. "En retrospectiva, 2016 fue el principio del principio. Y 2024 es el final de ese principio y el comienzo de algo mucho, mucho peor. Comenzó como un desgarro en el espacio de la información, una toma de conciencia de que el mundo tal y como lo conocíamos —estable, fijado por hechos, protegido por pruebas— era ahora un desgarro en el tejido de la realidad. Y las turbulencias que Trump está a punto de desencadenar —junto con el dolor, la crueldad y las penurias— son posibles porque ahí es donde ya vivimos: en el caos informativo". Se pregunta, incluso, si en este contexto "sobrevivirá la democracia", sobre lo cual volveremos más adelante.

Cadwalladr alarma cuando afirma, jugando con la idea del filósofo Marshall McLuhan, acerca de que "el medio es el mensaje", que "ahora el medio es Musk. El hombre más rico del mundo compró una plataforma de comunicación global y ahora es el jefe de Estado en la sombra de la que fue la mayor superpotencia mundial. Ese es el mensaje. ¿Lo has entendido ya?". Descorazonada, sostiene que entre 2016 y 2024 hubo ocho años para pedir cuentas al Sillicon Valley, pero "fracasamos".

Por cierto, en estos días se supo que también el dueño de Meta/Facebook, Mark Zuckerberg, se rindió ante Musk y el mundo de las fake news y abandonará el sistema de verificación de datos en favor de otro mucho más laxo como el que tiene X, y que libera de controles todo tipo de mentiras, discursos de odio y operaciones en las redes. "Bienvenido a la fiesta", le dijo Musk. Y varios medios titularon que Zuckerberg se alinea con las nuevas "desregulaciones" del trumpismo. La columnista del diario británico cierra así su desazón: "El primer ciclo de disrupción se ha completado. Estamos vadeando las cloacas de la información. Trump es un bacilo, pero el problema son las tuberías. Podemos y debemos arreglarlo".

Otra comentarista y académica del tema es la estadounidense, Kara Swisher, quien entrevistó varias veces a Musk hasta que se pelearon feo por, entre otras cosas, opiniones divergentes sobre medidas de cuidado en la pandemia del Covid-19, que obviamente él despreciaba en aras de vaya a saberse qué "libertad". Ella cree que con su exconfidente, a quien, como tantos, lo considera tan genio como inmaduro, "parece que es solo una cuestión de tiempo antes de que entremos en el capítulo de Howard Hughes, otro hombre rico brillante que fracasó estrepitosamente. Y, por atroz que se haya vuelto Musk, ese desenlace es uno de los acontecimientos más tristes en mi larga historia de amor con la tecnología".

"Proyección internacional"

Musk ha tenido diversas incursiones en la arena global. El presidente argentino Javier Milei lo cree su amigo desde que en 2024 fue a visitarlo, embobado, en uno de sus tantos viajes a EE.UU., e imagina negocios, pero hasta ahora no los hubo. En Brasil hasta ahora las peleas de Musk con el gobierno de Lula y con el Poder Judicial le resultaron fatales porque no pudo imponer su pretendida supremacía sobre la soberanía estatal brasileña. Pero pareciera que, más que en Sudamérica, Musk tiene intereses y ambiciones más fuertes en Europa.

En Italia anda de idilio —igual que cree Milei— con la primera ministra Giorgia Meloni, a quien hace poco galardonó personalmente con el premio Global Citizen 2024, que otorga Atlantic Council. En una nota con el Corriere della Sera, ella lo definió como "un hombre brillante" con quien tiene una "excelente relación", pero que no por ello lo beneficiaría en sus negocios, a quién se le ocurriría. En 2023 Meloni ya había recibido en Roma al dueño de X para hablar de las últimas innovaciones en Inteligencia Artificial, las reglas del mercado europeo y posibles inversiones, entre otros asuntos. Para muchos, la dirigente del neofascista Hermanos de Italia es la principal aliada de Musk en Europa.

En Gran Bretaña, el primer amor del billonario de origen sudafricano fue Nigel Farage, líder de Reform United King, con quien repartieron visitas en Londres y también en Mar-a-Lago. Pero la relación se rompió recientemente porque Musk cambió de opinión y juzgó debilucho al neonazi. Ahora sus fichas en Londres, mientras difama al premier laborista Keir Stammer, están puestas en Tommy Robinson, otro ultraderechista con ambiciones que fue preso por difamar a un refugiado sirio y tiene otras tantas causas judiciales a cuestas.

Y finalmente en Alemania Musk tuvo su incursión más desenfadada. Viajó allá en dos oportunidades y apoyó en la red X las candidaturas del partido nazi Alternativa para Alemania (AfD), anticipando lo que cree será una victoria de su lideresa Alice Weidel en las parlamentarias de este febrero. "Sólo la AfD salvará a Alemania", dijo en modo Hitler y con insultos tanto al canciller como al presidente Frank-Walter Steinmeier, a lo cual el primero de ellos, el saliente socialdemócrata Olaf Scholz, prefirió no responder más que con estas palabras: "No alimentemos al trol. Hay que tener serenidad. Los socialdemócratas estamos muy acostumbrados a que ricos empresarios de medios de comunicación que no valoran nuestras políticas no oculten sus opiniones". El problema de Scholz y de Europa en general es que no solo los empresarios de medios ya no las valoran, ya son demasiados fracasos y agachadas.

El germano Scholz, el también alemán líder del Partido Liberal Christian Lindner —quien dijo que Musk quiere "provocar el caos"—, el británico Stammer y hasta el presidente francés Emmanuel Macron han salido a intentar poner límites a Musk. Acaso sea tarde.

Como bien escribió Miquel Ramos en Público, "el hombre más rico del mundo se ha metido de lleno en un juego cuyas reglas no ha inventado él, y del que participan también los que hoy hacen aspavientos ante su entrada a la partida". El autor español agrega que "Macron sabe que esa internacional reaccionaria es hoy más poderosa que nunca gracias a políticas como las suyas y las de muchos de quienes hoy alzan la voz contra Musk. Y que este no hace nada que ellos no hayan hecho antes en otros momentos y en otros escenarios". Es decir, Ramos ve el germen de estos personajes ni más ni menos que en un sistema mundial capitalista que siempre disfrazó de democracia un juego de beneficio para los poderosos, solo que ahora se ha concentrado más y con paradigmas tecnológicos y comunicaciones mucho más avanzados.

Y ese es el punto al que se pretende llegar en este artículo. El capitalismo ha usurpado palabras y conceptos preexistentes como democracia o mercado, inclusive derechos humanos y, últimamente, libertad. No les pertenecen. Ahora el sistema está desnudo, tras ese matrimonio más o menos estable y llevadero que en Occidente había cuajado todas esas ideas —mentirosa, pero exitosamente— por algunas décadas tras el desastre de las dos guerras mundiales del siglo XX, pero que ahora naufraga. Bien concluye Ramos que "Musk y la nueva ola reaccionaria que cabalga han venido a terminar el trabajo, no a proponer nada que no llevara ya tiempo viéndose en el horizonte".

Lo que viene en la Casa Blanca

Habrá que ver cómo le va a Musk en Washington D.C., si alguna vez viaja a la capital del imperio. Varios viejos republicanos le tienen tirria tanto a él como a otros advenedizos tec y billonarios, que llegan con estilo arrogante y, claramente, para hacer negocios. Más importante aun, quizá, es la interna que ellos tienen con otro sector del trumpismo, los "viejos" ultraderechistas que rodeaban a Trump, como Steve Bannon. Este ya se ha peleado con el dueño de Space, X y Tesla por la cuestión migratoria. Musk dijo que su empresa de autos eléctricos podría tener trabajadores migrantes con estudios de posgrado y acceso a las visas H-1B, lo cual marca una agenda contraria a la antimigratoria de Trump. "Por favor, que alguien notifique a los ‘Servicios de Protección Infantil’: es necesario realizar un control de ‘bienestar’ a este niño" (por Musk), echó ácido Bannon, quien además de chico inmaduro lo considera "globalista" e, incluso, "perrito faldero" de China y que "vive de subsidios" —como nuestro Galperin—. 

Lo de China puede discutirse. La pelea de Tesla con BYD por la electromovilidad existe, aun cuando Musk produzca autos en el gigante asiático y por supuesto hay contactos al más alto nivel. Poco más de un año atrás, en noviembre de 2023, Musk cenó con Xi Jinping en San Francisco en el marco de una actividad del Foro de Cooperación del Asia Pacífico (APEC), donde estuvieron también otros popes como los dueños de Apple o de Boeing. En cambio, pese a que se ha dicho lo contrario, no se sabe a ciencia cierta si Musk participó de charlas con el líder ruso Vladímir Putin en torno a la posguerra en Ucrania, un lucrativo mercado. En cualquier caso, las internas dentro del gobierno de Trump con protagonismo del nerd están llamadas a dar de qué hablar, y acaso a muy corto plazo. La ya citada cronista del Sillicon Valley Swisher le dijo una vez a la CNN sobre Elon Musk y Donald Trump: "Una de mis películas favoritas es Highlander y solo puede haber uno y ese será Trump. Veremos qué sucede a raíz de eso". De hecho, Bannon y otros como él fueron eyectados del círculo de Trump por eso mismo.


Este artículo fue publicado originalmente en el medio Tektónikos el 22 de enero de 2024.

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