La 61.ª reunión del Comité Ministerial Conjunto de Monitoreo (JMMC) de la OPEP+, celebrada el 28 de julio de 2025, se desarrolló en un contexto global caracterizado por una demanda petrolera moderadamente estable y por las crecientes incertidumbres vinculadas a los factores macroeconómicos globales, la evolución del mercado chino y el avance sostenido de las energías alternativas.
El Comité, en línea con su función técnica, revisó los datos de producción correspondientes a los meses de mayo y junio, reconociendo avances importantes en la implementación de los ajustes acordados por los países participantes de la Declaración de Cooperación (DoC).
Al mismo tiempo, reiteró la importancia de alcanzar el cumplimiento pleno y equilibrado de los compromisos adquiridos, destacando la necesidad de presentar planes de compensación en aquellos casos donde aún quedan márgenes por ajustar.
Sin modificar las directrices principales de la política actual, la reunión reafirmó la voluntad de los miembros de actuar con prudencia y sentido de responsabilidad para preservar la estabilidad del mercado energético internacional.
En ese escenario, Venezuela se presenta como un actor comprometido con los principios de cooperación, equilibrio y responsabilidad compartida que han guiado históricamente la labor de la OPEP.
En condiciones complejas y de embates sancionatorios, el país ha mantenido un rumbo claro de recuperación paulatina en su producción de crudo, respaldada por una gestión técnica progresiva de PDVSA y un marco político que prioriza el cumplimiento de los acuerdos en materia energética.
A pesar del régimen de sanciones ilegales que ha limitado el acceso a financiamiento, tecnología e insumos clave, Venezuela ha logrado estabilizar su capacidad operativa y garantizar los despachos pactados con empresas internacionales que continúan operando en el país bajo estricta legalidad.
Este esfuerzo adquiere un valor adicional en tanto se produce sin depender de concesiones externas, sino como resultado de una estrategia de resistencia técnica y política frente a escenarios de presión.
El sostenimiento de los niveles productivos durante el primer semestre de 2025, en el umbral del millón de b/d, evidencia una capacidad de planificación, mantenimiento y reactivación operativa que ha permitido engranar las distintas áreas del sector, desde la extracción hasta la logística de exportación.
La vicepresidenta ejecutiva y ministra de Hidrocarburos, Delcy Rodríguez, el pasado 5 de julio, confirmó que la producción sigue su curso de recuperación y que los compromisos contractuales permanecen inalterables, incluso frente a las restricciones impuestas.
En paralelo, la reciente autorización otorgada a Chevron para operar nuevamente en Venezuela, aunque con alcance reservado, ha puesto de relieve el valor estratégico del crudo pesado venezolano en un mercado donde la infraestructura de refinación, especialmente en Estados Unidos y Europa, continúa requiriendo ese tipo de insumo.
La medida revierte la prohibición impuesta en mayo de 2025 y forma parte de un reajuste pragmático de la política exterior energética estadounidense, motivado por las tensiones en Asia Occidental, la presión inflacionaria y la necesidad de reforzar cadenas de suministro fundamental antes del verano boreal.
Bloomberg estima que esta autorización podría añadir más de 200 mil barriles diarios a las refinerías estadounidenses, sobre todo en la costa del Golfo de México, las cuales están diseñadas para procesar crudos pesados.
Además, se prevé que otras empresas europeas como Eni y Repsol también se beneficien de esquemas similares, lo cual otorga a sus gobiernos un acceso preferencial a un insumo energético clave, en tiempos de gran volatilidad internacional.
De hecho, la planta de Petropiar en la Faja Petrolífera del Orinoco "Hugo Chávez", así como las operaciones conjuntas en occidente como Petroboscán, vuelven a ser piezas esenciales en la arquitectura de suministro energético regional.
Estas operaciones no solo reflejan la importancia técnica del crudo venezolano, en especial el Merey, adecuado para procesos de coquización y desulfuración, sino que confirman su rol como factor estabilizador en un segmento específico y crítico del mercado.
A ello se suma que el retorno de parte del crudo venezolano al sistema de distribución global, aunque aún limitado por licencias con distintas condiciones, ha permitido atenuar los efectos de la escasez relativa de crudos pesados causada por la interrupción de flujos tradicionales, como los provenientes de Rusia.
Desde un enfoque técnico, ayuda a reducir la brecha de precios entre crudos ligeros y pesados, estabilizando costos y reduciendo la presión inflacionaria en segmentos sensibles del mercado.
Por otro lado, la arquitectura de licencias vigente, que permite operaciones bajo marcos diferenciados, ha sido comprendida como una realidad fluctuante, determinada por los vaivenes de la política exterior de Estados Unidos.
Lejos de asumir una actitud pasiva, el Estado venezolano ha fortalecido sus capacidades internas y ha reafirmado su disposición a cooperar con los actores internacionales que respeten la legalidad y la soberanía nacional. La experiencia acumulada en la defensa de sus recursos estratégicos ha sido clave para resistir los embates de una arquitectura de sanciones ilícitas.
En ese contexto, Venezuela ratifica su vocación como actor confiable, técnicamente solvente y políticamente comprometido con los principios que rigen la OPEP, reafirmando el papel de sus hidrocarburos en los mercados internacionales, cuyo destino está asegurado en un escenario donde la estabilidad y la seguridad energéticas están siendo un punto principal de cara al presente y futuro del desarrollo global.