Este 9 de enero el sector extremista de la oposición venezolana convocó su más importante movilización en los últimos meses. Los llamamientos fueron prolongados, incesantes, comunicacionalmente abarcantes, refiriendo la operación como "Marcha final".
Las actividades de concentración y agitación se plantearon como una antesala a la icónica fecha de juramentación presidencial pautada para el 10 de enero.
A modo de contexto, vale la pena acotar que el excandidato Edmundo González Urrutia, de manera clara y reiterada, afirmó que haría presencia en Venezuela para autoproclamarse como presidente de la República.
Por tanto, la movilización del 9 de enero adquirió el significado de un "Día D", o fecha enormemente emblemática para producir una conmoción política, un cambio de régimen y la juramentación inconstitucional de González en Venezuela. Pero nada de esto ocurrió y la manifestación ha conseguido resultados muy por debajo de lo esperado.
Una breve radiografía
María Corina Machado, Edmundo González y algunos actores políticos y comunicadores de la esfera extremista promovieron una épica triunfal para el 9E, con consignas como"Es la hora”, "Esto se acabó", "Estas son las señales", etcétera.
El metamensaje era de tipo insurreccional y, en teoría, pretendía generar una reacción catalizadora en el antichavismo. Estos enunciados estaban signados y complementados por un contexto de saturación pseudoinformativa, con narrativas dirigidas a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana impulsadas por la proliferación de noticias falsas en relación a supuestos alzamientos castrenses y la intervención de fuerzas extranjeras.
Hasta la mañana del día 9E no se había producido ninguno de estos eventos, pero aun así la convocatoria se desarrolló mediante productos comunicacionales viscerales y expectantes sobre un definitivo giro en la situación a favor de la agenda de cambio de régimen.
Paradójicamente, estos mensajes repercutieron negativamente sobre la población al producir ansiedad y sensaciones de riesgo o inseguridad por posibles acontecimientos inesperados en las calles.
Precisamente durante estos meses la oposición, y sus comunicadores, sobredimensionaron las detenciones de personas que cometieron delitos violentos o debido al abuso en redes sociales en el marco de los eventos posteriores al 28 de julio pasado, que auparon el relato de una represión generalizada que nunca sucedió. Es posible que esto también terminara jugando contra la convocatoria del 9E.
María Corina Machado había acumulado una seguidilla de fracasos en su agenda. Había orquestado un esquema de "enjambre"; luego se decantó por puestas en escena en manifestaciones con uso de lápices labiales. Pero estas actividades y otras anteriores resultaron fallidas.
Este acumulado precedió la actividad de hoy. Claramente, es apreciable una pérdida de las orgánicas de movilización antichavista, sintomática de una caída del ímpetu, desinterés entre su población simpatizante, incertidumbre y frustración.
La movilización se desarrolló con Edmundo González fuera del país, sin una conmoción —armada— consumada y sin una posibilidad en el plano de los hechos que lograra impedir la juramentación del presidente reelecto Nicolás Maduro.
María Corina Machado citó a sus seguidores a cuatro puntos en Caracas. Pero apenas lograron reunir a pocos en unas concentraciones exiguas, especialmente la fijada en el distribuidor Santa Fe. Posteriormente pusieron "toda la carne en el asador" unificándose en la calle Élice del municipio Chacao, el más rico del país y bastión tradicional de la oposición.
Dicha calle es un lugar estrecho, pero ni siquiera esa dimensión los ayudó a llenar media cuadra. Tal como quedó registrado en tomas abiertas de la calle, la movilización fue claramente débil y carente de apoyo.
Tanto el contexto, como el desarrollo mismo de la actividad programada por Machado, sugieren que el sector extremista carece de capacidades de dominio de la calle como espacio político. Su debilidad quedó expuesta en lo cuantitativo, en lo orgánico y en lo simbólico, sin épica destacable y sin significado o incidencia en el desarrollo de la política de cara al 10 de enero.
Nuevas puestas en escena de María Corina Machado
María Corina Machado reapareció públicamente luego de 133 días de clandestinidad. Su presentación intentó ser desafiante, conviertiéndose en accidentada y breve.
La puesta en escena de su retorno fue claramente una gestión de los eventos ya que, si bien Machado había anticipado que aparecería en la manifestación, las concentraciones tuvieron que ser fusionadas para que ella se presentara.
La coordinadora de Vente Venezuela ha hecho una maniobra política de la movilización fallida centralizando la épica en ella, en su figura y en su postura desafiante, aunque ello no reviste un cambio en el curso de las circunstancias ni impide la juramentación del Presidente reelecto. En términos prácticos, la aparición de Machado fue un intento desesperado de reflotar su imagen.
Sin embargo, su retirada de la manifestación sería un punto destacado del 9E, con la operación de bandera falsa de su supuesta detención momentánea por parte de las autoridades venezolanas, un movimiento también circunscrito en el campo de las operaciones psicológicas cuya finalidad era saturar la agenda informativa, producir un efecto victimizador e impulsar un mayor grado de injerencia extranjera.
Infomercenarios ligados a Machado como Carla Angola, Orlando Avendaño, Enmanuel Rincón, así como las cuentas de Comando ConVzla y Vente Venezuela en las redes sociales, refirieron el falso secuestro y captura de Machado. Esto desencadenó reacciones como las de Edmundo González, Álvaro Uribe, Iván Duque y funcionarios de algunos gobiernos extranjeros, que produjeron un momento de tensión internacional prefabricado, instantáneo y replicado luego en diversos medios internacionales; la economía circular de intoxicación informativa contra Venezuela.
Sin embargo, a raíz de la bandera falsa, muchos de estos infomercenarios empezaron a lanzar públicamente distintas hipótesis sobre lo ocurrido, lo que refleja una mezcla desordenada de escepticismo, confusión e inseguridad narrativa en la esfera comunicacional del extremismo. Esto ha dificultado la comercialización del relato sobre el secuestro, la agresión y la supuesta coacción que sufrió Machado.
En cuestión de minutos Machado apareció en un video descartando su detención y mencionando una "intercepción" policial, pero sin explicar su situación de libertad, lo cual ha permitido suponer que, nuevamente, ha apelado al uso de la política como "espectáculo", con el histrionismo demostrado que la ha caracterizado en su larga carrera política.
El video fue difundido por diversas cuentas, replicado por la vicepresidenta ejecutiva Delcy Rodríguez, quien calificó los hechos como un "show" para encubrir el "estruendoso fracaso" de la convocatoria antichavista.
El ministro de Interior, Justicia y Paz, Diosdado Cabello, objetó las noticias falsas de la supuesta detención.
"Ellos se inventan sus propias historias, sus propias mentiras. Todo se cae solo, arman una trampa-jaula donde caen ellos mísmos", dijo. "Ella está loca porque la capturemos", subrayó Cabello.
El Ministro indicó que "nadie ha sido detenido", en referencia a Machado.
En estas circunstancias, Machado lidia con el importante problema político de la gestión de su credibilidad. Ha dicho tener una fuerza que no se corresponde con los hechos. Parece concentrada únicamente en rescatar su propia presencia política promoviendo un discurso que, a la par de los acontecimientos, es una disonancia. Evidentemente, ni Nicolás Maduro, ni el chavismo son los actores débiles en este contexto.
La fecha del 9E se desarrolló como víspera a la juramentación del presidente Maduro, sin cambios reales en el terreno político y con un sector extremista que improvisa cada paso que da, utilizando como instrumentos de última hora las operaciones psicológicas y movimientos de reingeniería de la percepción desde el extranjero.
Al cierre de este día, a pocas horas de la toma de posesión del presidente Nicolás Maduro, la supuesta juramentación de Edmundo González ha salido del panorama mediático, diluyendo su importancia y jerarquía dentro y fuera de Venezuela. Por otro lado, el video ampliamente difundido en el que Machado advierte que no había sido secuestrada ni agredida compromete su posición de liderazgo y da una señal de debilidad, fragilidad y confusión en la opinión pública, en contradicción con la premisa de un regreso triunfal que no ocurrió.
Sumado a esto, que no se haya suscitado ninguna reacción social de importancia a raíz del evento indica que el clima general del país no ha sido permeado estructuralmente por la narrativa de una confrontación fatídica. Una situación que, como en otros contextos, abre la puerta a recursos y dispositivos dentro del umbral de la guerra no convencional: atentados, sabotajes, acciones terroristas o de violencia política selectiva mediante los cuales recuperar, atropelladamente, la ofensiva, en ausencia de tracción ciudadana.
Para este sector extremista el día termina con un sabor amargo, que agudiza la falta de claridad y horizonte, un contexto que poco favorece los artificios diplomáticos y comunicacionales que Edmundo González cabalga en el extranjero, disminuido y obligado a solidarizarse con María Corina horas antes de ser víctima de su propia promesa de juramentarse y asumir en Miraflores.