Un reportaje de Sarah Kinosian y Julia Symmes Cobb, publicado por Reuters esta semana, describe cómo la oposición extremista impulsó la militarización de las acciones de cambio de régimen en Venezuela. Este sector, que tiene como núcleo a María Corina Machado, ha trabajado de la mano con actores influyentes de la administración Trump 2.0 para llevar al plano netamente militar el intento de golpe de Estado contra el presidente Nicolás Maduro bajo excusas que incluyen el Tren de Aragua (TdA), primero, y el Cartel de los Soles (CdS), más recientemente.
El artículo menciona al exalcalde del municipio El Hatillo, David Smolansky, como "quien dirige la oficina de Machado en Washington" y como ponente de la tesis que vincula la extinta banda criminal venezolana con el mandatario nacional ante el efímero asesor de Seguridad Nacional estadounidense, Mike Waltz. Esto ocurrió antes de la toma de posesión de Trump.
La ausencia de pruebas de la mencionada tesis es lo de menos. De hecho, es el modo de operar de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), tal como lo explicara Mark Lowenthal, su exsubdirector de análisis: "No producimos pruebas. Tenemos información. No es lo mismo que pruebas".
Los informes de inteligencia estadounidenses que ponen en duda esa opinión han sido invisibilizados por la oposición extremista y por el halconato de turno. Al punto que Trump despidió a los funcionarios que desacreditaron su justificación para deportar a migrantes venezolanos.
Con el mismo método de "validación" se han asesinado al menos 40 personas en aguas del Caribe y el océano Pacífico, lo que responsabiliza a Machado y compañía de las ejecuciones extrajudiciales —dicho por expertos de la ONU— cometidas por Estados Unidos. Es evidente la coautoría intelectual de la coordinadora de Vente Venezuela en asesinatos a mansalva.
Machado: cómplice de la crimigración y torturas a venezolanos
Además de tener las manos ensangrentadas a causa del "despliegue militar" estadounidense, Machado es señalada como responsable de la "crimigración" desatada por Trump. El reportaje afirma que:
"Machado guardó gran silencio cuando Trump eliminó las protecciones migratorias de cientos de miles de personas, comenzó a deportar a miles hacia Venezuela y envió a presuntos miembros del Tren de Aragua a una mega prisión en El Salvador, donde varios afirmaron haber sido torturados".
Se puede adelantar como conclusión que Machado y compañía fraguaron la deportación de venezolanos sin el debido proceso ordenada por Trump, quien se ha basado en la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798. Es decir, sin pruebas, convencieron al magnate de que Maduro estaba utilizando la pandilla para desestabilizar Estados Unidos y este expulsó a trabajadores, lo mismo que secuestró a más de 60 menores de edad. Todo esto luego de ser utilizados por su administración 1.0, y por la de Biden, como presuntas pruebas de una "emergencia humanitaria compleja".
La violencia contra los migrantes venezolanos —producto de la vergonzosa negociación entre Rubio y Bukele—, y el fake de que todo migrante tatuado pertenecía al TdA, agotaron la tolerancia pública, por lo que la criminalización al Estado venezolano fue mudada al CdS.
Kinosian y Symmes Cobb mencionan que en tres reuniones con Mauricio Claver-Carone —enviado especial para América Latina, excepto para Venezuela— se habló de designar al CdS como organización terrorista, esto según dos fuentes de la oposición venezolana radicadas en Estados Unidos.
Además, destacan cómo el Departamento del Tesoro amalgamó al TdA y al CdS so pretexto de que este coordina a aquel "para usar narcóticos como arma contra Estados Unidos". El mito fue diseñado y monitoreado durante al menos ocho reuniones, realizadas entre enero y abril, con Waltz, Rubio, Claver-Carone y el subsecretario de Estado, Christopher Landau.
Sobra mencionar que no son las pruebas ni el método lo importante para el desarrollo de lo acontecido hasta ahora y lo por venir. Al etiquetar el Estado venezolano de "narcoterrorista", Washington y sus satélites se atribuyen el "derecho" a sancionar de manera extraterritorial, deportar venezolanos de manera masiva y, potencialmente, ejecutar una intervención militar directa.
La Santa Patrona y el "panorama más amplio"
Sin mencionar la frase atribuida a Maquiavelo, "el fin justifica los medios", las reporteras de Reuters mencionan declaraciones —las disponibles, porque muchas fuentes se negaron a declarar sobre la temática reportada— como la de David Smilde, un "experto en Venezuela" de la Universidad de Tulane, quien dijo que si el cambio de régimen funciona, Machado "será la santa patrona de Venezuela". También mencionan a una fuente anónima que plantea que, a pesar de los posibles peligros, "el panorama más amplio" es derrocar al presidente Maduro.
Sin embargo, la CIA tiene su propia agenda, según The Guardian: "Los funcionarios de la CIA han estado tratando de desempeñar un papel más central en los objetivos de política exterior de la administración Trump en el hemisferio".
Ciertamente, vistos los hechos, estos objetivos están mediados por el terror y se basan en el acostumbrado excepcionalismo estadounidense. Si la guerra híbrida no parecía constitutiva de la política exterior estadounidense, hoy está instituida de facto. Así lo develó su presidente al anunciar que ordenó la participación de la referida agencia en el golpe de Estado contra Venezuela.
El reportaje alude a "investigaciones" aportadas por el extremismo opositor que "proporcionaron detalles sobre Maduro y las pandillas a las agencias de seguridad", según las fuentes. De hecho, menciona que "una fuente cercana a los responsables de las políticas de la administración Trump sobre Venezuela dijo que creían que Machado y su equipo tenían poca influencia sobre las opiniones de Rubio", intentando disolver la relación estrecha entre Rubio y Machado, quizás para que no parezca que esta determina las acciones de aquel.
Pero no apunta a los intereses comunes de ambos personajes en la repartición de Venezuela luego de una eventual "transición". He allí la esencia del nexo y el "panorama más amplio".
Se obvia cuáles intereses expoliadores obedecen y cuáles sectores de la economía les están siendo asegurados a quienes sostienen sus movimientos políticos. Machado ha anunciado privatizaciones masivas que incluyen PDVSA, la petrolera estatal, con la promesa de "atraer inversiones" en medio de un reacomodo global de la economía y una guerra comercial declarada por sus patrocinantes desde Estados Unidos como respuesta.
Cerca del cierre del artículo se habla de que el equipo de la flamante Premio Nobel de la Paz entiende el riesgo de ser acusado de traición por sus compatriotas, pero ve la lealtad a Trump como la mejor manera de lograr la supuesta democracia. Para las élites a cargo del gobierno de Trump 2.0, la guerra es un negocio más; seguramente lo es para Machado, Rubio y sus patrocinantes, por lo que no queda duda de que, según su mapa, van en el camino correcto: no son sus vidas las que están en riesgo.
Hechos en pleno desarrollo como la votación sobre el bloqueo a Cuba y las elecciones legislativas en Argentina develan, en caliente, los niveles de coerción con los que Washington desarrolla su política exterior. Trump se atribuye el poder de decir que compra votos y elecciones sin que haya rubor en la prensa ni en cualquiera de los rehenes de este nuevo nivel sistémico de excepción global. Como ya es costumbre, Reuters, junto con otros medios globalizados, hace control de daños al naturalizar la conducta de la extrema derecha hemisférica.
La militarización de la política y la guerra híbrida como vehículo no es una ocurrencia de Machado y Rubio: es una tendencia afianzada que otorga resultados rápidos a una gestión consciente del declive de sus propios pilares narrativos sin renunciar al excepcionalismo que subyace a la Doctrina Monroe. Es, como se ha dicho en esta tribuna, la versión 2.0 de esa visión hegemónica del hemisferio.