Jue. 18 Diciembre 2025 Actualizado 10:17 am

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El presidente estadounidense, Donald Trump, se ha concentrado ahora a hablar abiertamente sobre intereses petroleros estadounidenses en Venezuela. (Foto: CNN)
Trump admite abiertamente sus intenciones sobre Venezuela

Petromáxima presión

La operación de cambio de régimen de Estados Unidos contra Caracas ha alcanzado un nuevo pico de tensión tras las declaraciones del presidente Donald Trump cuando ordenó un "bloqueo total y completo" a todos los buques petroleros sancionados que entren o salgan de Venezuela.

La medida, anunciada el martes en la red Truth Social, intensifica la presión sobre la economía venezolana y ha sido calificada por Venezuela como una "amenaza temeraria y grave" que viola el derecho internacional.

Trump justificó la decisión al acusar al "régimen ilegítimo de Maduro" de utilizar petróleo "robado" para financiar "narcoterrorismo, trata de personas, asesinatos y secuestros" en suelo estadounidense.

Trump afirmó que Venezuela está "completamente rodeada" por la mayor armada reunida en la historia de Sudamérica, y advirtió que el despliegue militar sería incremental, y "seguirá creciendo", dijo, hasta que Caracas "devuelva inmediatamente" a Estados Unidos el petróleo, tierras y otros activos que, según él, fueron expropiados ilegalmente.

La declaración de intenciones de Trump y el bloqueo aeronaval parcial que ha impuesto sobre Venezuela es una inflexión de la nueva "máxima presión".

Hablando de petróleo, el subjefe de gabinete de la Casa Blanca, Stephen Miller, uno de los asesores más cercanos a Trump, respaldó estas afirmaciones al declarar que "el sudor, ingenio y trabajo estadounidense crearon la industria petrolera en Venezuela".

Miller describió los procesos de nacionalización del sector en los 1976 y 2007, como "el mayor robo registrado de riqueza y propiedad estadounidense", y agregó que esos activos expropiados se han usado para "financiar terrorismo e inundar las calles de Estados Unidos con asesinos, mercenarios y drogas".

La respuesta del gobierno venezolano fue inmediata y clara. La Cancillería emitió un comunicado en el que rechazó la "grotesca amenaza" de Trump, acusándolo de pretender imponer un "bloqueo militar naval irracional" con el objetivo de robar las riquezas del país.

Caracas anunció que denunciará la medida ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) como una "grave violación del derecho internacional, el libre comercio y la libre navegabilidad".

El presidente Nicolás Maduro, en conversación con el secretario general de la ONU, António Guterres, calificó las declaraciones de Trump y Miller como "expresiones de abierto carácter colonial" y exigió al sistema multilateral su rechazo.

Mientras que el ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, calificó las palabras de Trump de "delirantes" y aseguró que revelan intenciones de "forzar un cambio de régimen y apoderarse groseramente del petróleo".

Esta escalada se produce en medio de un masivo despliegue militar estadounidense en el Caribe y la reciente incautación de un petrolero extranjero con crudo venezolano.

Aunque Washington insiste en que su campaña se centra en la lucha antidrogas y la migración irregular, las referencias explícitas al petróleo e Trump y Miller han alimentado los argumentos venezolanos de que el verdadero objetivo es el control de las mayores reservas probadas de crudo del mundo y la reserva de gas natural más grande en el hemisferio occidental.

CAMBIO DE ENFOQUE

El cambio de enfoque en la estrategia de Washington,-desde el falaz argumento de las drogas, a la clara cuestión objetiva de la cuantía de petróleo en Venezuela- sugiere que la presión militar, por sí sola, no ha alcanzado los objetivos de quiebre institucional en lo interno al gobierno de Venezuela.

El recrudecimiento de la presión contra Venezuela, ahora en una escala de intimidación máxima, ha adquirido una dimensión física.

Estados Unidos -a la vieja usanza imperial inglesa- ha dado patente de corso a sus propias fuerzas armadas para ejercer la piratería en el Caribe, tal como ocurrió con el reciente robo de un buque carguero petrolero.

Con un bloqueo aeronaval parcial en curso, la administración Trump perfila su estrategia sobre las cadenas de suministro, materias primas y energía venezolana, cambiando el enfoque de su presión, sincerando sus intenciones.

Trump parece desestimar las críticas en su país sobre la posibilidad de una nueva "guerra por petróleo". Pero el mandatario sigue sin centrar su discurso, al menos abiertamente, en la búsqueda de un cambio de régimen en Venezuela, tal como lo comentó en diversas oportunidades entre 2017 y 2019 al ejercer su primer mandato.

El cuadro actual sugiere una postura de fuerza en la que Trump espera lograr un reposicionamiento absoluto de Estados Unidos sobre los recursos venezolanos, mediante la deposición del chavismo y la imposición de un gobierno títere a Washington.

Pero la exigencia de una "devolución inmediata" de supuestas tierras y recursos petroleros estadounidenses en Venezuela choca con la realidad por cuestiones objetivas. 

Primeramente, no ha habido cambio de régimen en Venezuela y, segundo, cualquier redimensionamiento inmediato de la relación petrolera entre ambos países tendría que pasar por manos del actual gobierno venezolano.

Su inmensa maniobra militar frente a Venezuela,apenas ha ajusticiado a lancheros, suspendido vuelos comerciales y se ha hecho de un tanquero cargado con 1 millón 900 mil barriles de crudo Merey.

Pero en términos políticos, el beneficio de Trump ha sido nulo. 

La estrategia de Trump ha sido, en teoría, "anti-drogas" y "anti-migratoria".

Sobre ambas cuestiones, ha proclamado sus "logros" al indicar que se ha reducido el tráfico de drogas que iban por el mar en un insólito cuando no inverosímil 94%. De igual manera ha dicho que ha sacado de Estados Unidos a "miles y miles" de venezolanos "salidos de cárceles y manicomios". Básicamente ha dicho consolidar sus objetivos.

Ahora, la justificación de su inmensa presencia militar en el Caribe adquiere forma como mecanismo de disuasión para la "devolución inmediata" de activos petroleros. Atraco y extorsión.

En la tarde de este miércoles 17 de diciembre, Trump indicó ante la prensa que Venezuela, supuestamente, quitó a Estados Unidos "derechos energéticos": "Nos quitaron todo nuestro petróleo no hace tanto. Nos lo quitaron ilegalmente. Lo queremos de vuelta", dijo.

En este sentido, es necesario indicar la posibilidad de que, probablemente, Washington esté buscando una puerta de salida al momentum actual de su estrategia, dándole una nueva forma, a modo de lucha a favor de los intereses norteamericanos, o a favor de empresas petroleras estadounidenses que se retiraron de Venezuela luego del proceso de nacionalización de 2007, concretamente ExxonMobil y Conoco Phillips.

Ese escenario abre posibilidades –hoy minúsculas, pero posibilidades al fin- para que Estados Unidos intente presionar a fin de lograr el retorno de ciertas operaciones estadounidenses en Venezuela.

Desde su posición, sería mejor enfilar un acuerdo con el gobierno venezolano a partir de "la fuerza", en lugar de que sea resultado de una negociación practica por dos gobiernos que se reconocen entre sí.

La otra posible explicación de este cambio de enfoque del discurso podría ser la búsqueda de apoyo en otros sectores y espectros de la política estadounidense para ejecutar abiertamente una guerra por petróleo en Venezuela.

Así, se aclara el panorama y se reafirma la postura venezolana. Parafraseando a Bill Clinton y a James Carville, es el petróleo, estúpido.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<