Donald Trump ha regresado a la Oficina Oval para un segundo gobierno y, a solo horas de juramentarse como Presidente, inició la firma de decenas de medidas ejecutivas en el ámbito de la política interna estadounidense.
El mandatario fue abordado sobre Venezuela por periodistas, quienes le preguntaron si tomaría decisiones para intentar derrocar al presidente Nicolás Maduro.
Trump respondió: "Luego averiguaremos eso. Probablemente vamos a dejar de comprar petróleo a Venezuela, no necesitamos su petróleo".
El republicano subrayó que "podría haber otro embargo —petrolero—" y que ello "cambiaría un poco a Venezuela". También indicó que seguía la cuestión venezolana "con mucho interés".
Horas antes de las declaraciones de Trump, Richard Grenell, enviado para misiones especiales, indicó desde su cuenta en X que había entrado en contacto con autoridades venezolanas.
"Donald Trump es nuevamente presidente de EE.UU., y la diplomacia ha vuelto. He hablado con varios funcionarios en Venezuela hoy y comenzaré las reuniones mañana temprano. Hablar es una táctica", informó Grenell, declaración que confirma que los canales de comunicación están activos entre ambos gobiernos, por los momentos sin la intromisión de Marco Rubio, quien ya fue confirmado como Secretario de Estado.
Las declaraciones del mandatario estadounidense nuevamente abren el abanico de posibilidades para el recrudecimiento de las sanciones ilegales contra la economía venezolana. Pero por ser hasta ahora un señalamiento, y a falta de decisiones concretas, no hay claridad acerca de cómo y cuándo puedan realizarse estas medidas.
Entretanto, Trump no se ha pronunciado sobre el destino de las licencias petroleras, ni por el futuro de las inversiones de Chevron en Venezuela. Tampoco es claro si Estados Unidos vetará el crudo venezolano para el mercado estadounidense o si, para evitar pérdidas a la transnacional, permitirá que lo coloque en otros mercados.
Todo está por verse y parece que el diálogo entre ambos gobiernos definirá en buena medida la línea de los eventos.
¿Puede la economía venezolana ser resiliente al recrudecimiento de las sanciones ilegales petroleras?
Para esclarecer este punto es necesario partir de la afirmación de que, pese a los altos costos económicos y sociales, la economía venezolana del periodo 2017-2019 demostró ser resiliente a las presiones ejercidas por el primer gobierno de Trump.
Pero la economía venezolana de inicios de 2025 dista mucho de la de aquellos años ya que el metabolismo ha cambiado sustancialmente en diversos órdenes.
1. Menor dependencia de la relación con EE.UU.
En noviembre pasado se reportó que Venezuela se mantuvo por segundo mes consecutivo como el tercer proveedor de crudo de Estados Unidos, luego de Canadá y México, con lo cual superó a otras naciones como Brasil y Arabia Saudita, de acuerdo con la Administración de Información de Energía estadounidense (IEA, por sus siglas en inglés).
Hasta dicho mes colocó unos 261 mil barriles diarios (b/d) en suelo estadounidense, de la mano de Chevron.
En este sentido el presidente Nicolás Maduro anunció que el país ya superó el umbral de producción de 1 millón de barriles de crudo por día. "La industria petrolera ya lleva un promedio, en el mes de enero, de 1 057 000 b/d", meta que se alcanzó "con pulmón y esfuerzo propio", señaló el pasado lunes 20 de enero en un nuevo encuentro del Consejo Nacional de Economía Productiva, junto a empresarios venezolanos.
En octubre pasado las exportaciones de petróleo alcanzaron su máximo histórico en cuatro años al lograr 950 mil b/d.
El claro diferencial en las cifras de producción y exportación nacional, frente a la colocación en Estados Unidos, sugiere que Venezuela sigue enviando la mayoría de su crudo a otros mercados, especialmente hacia el asiático, en muchos casos en condiciones de descuento y de manera evasiva al bloqueo.
La ponderación del crudo exportado a Estados Unidos, comparada con la producción global del país, es mucho menor que la que existía en 2017, cuando iniciaron las medidas más agresivas contra la estatal venezolana PDVSA.
Hasta inicios de 2017 Venezuela exportaba 718 365 b/d de crudo a Estados Unidos, cantidad que equivalía a 39% de su producción, entonces de 1 837 000 b/d.
En el presente, Venezuela estaría enviando solo 26% de su total a suelo estadounidense.
Estos datos no sugieren que la economía venezolana no sería afectada por nuevas sanciones, pero sí indican que los daños generales sobre la economía podrían ser menores si se comparan con el periodo 2017-2019.
2. Los cambios en el metabolismo económico
La economía venezolana de 2025 no es como Donald Trump la conoció y la sancionó en su primer gobierno.
Uno de los elementos más característicos de la actualidad es el sistema cambiario. Se trata de un mecanismo flotante que ha contenido la volatilidad cambiaria pero, además, ha cambiado el rol del Estado, el cual dejó de ser el principal oferente para satisfacer la demanda de divisas.
Hace poco la vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, indicó que el Estado aporta 33 % del flujo de divisas al mercado cambiario, mientras que el sector privado y las personas naturales aportan el 77% restante en distintos tipos de operaciones.
Si se compara con el año 2016 —previo a las primeras medidas de Trump contra PDVSA—, el mercado cambiario estaba sostenido en 98% por el Estado mediante políticas de control. La situación era radicalmente distinta para entonces.
Otro elemento a considerar es el metabolismo de la economía venezolana del presente.
El sector petrolero, si bien sigue siendo muy significativo, es menos relevante para el conjunto de la economía de lo que era en el año 2016.
Durante 2024 la totalidad de la economía venezolana creció 9%. Entretanto, diversos sectores tuvieron un reimpulso en su actividad, tal como fue el caso de la construcción, la cual se incrementó 25%, la minería 21% y la actividad agrícola y pecuaria 6,2%.
El comercio creció 6,2% y el sector manufacturero 4,6%, según datos ofrecidos por el presidente Maduro en su Memoria y Cuenta del año 2024.
La actividad petrolera tuvo un importante impulso de 14% al finalizar el año 2024. Si bien el rubro de hidrocarburos tuvo una incidencia sobre los demás sectores, también es cierto que otros factores formaron parte de la matriz de crecimiento en el año que finalizó.
El auge de tales áreas no está vinculado absolutamente al presupuesto del Estado; en realidad es resultado de las propias dinámicas surgidas de la política económica de Maduro, una de las cuales es el aumento de los montos autorizados para la actividad crediticia.
Maduro indicó en su Memoria y Cuenta que la actividad crediticia aumentó 72% en el año que finalizó. Este importantísimo impulso a la actividad bancaria ha propiciado un mayor flujo de capital circulante para inversiones y para el consumo específico de bienes, lo cual ayuda a explicar el repunte de las actividades industriales, agropecuarias, comerciales y, especialmente, la construcción.
3. El Estado es menos vulnerable
Gran parte del impacto social que tuvieron en Venezuela las presiones de Trump durante su primer mandato obedeció a la profunda dependencia del Estado de la fuente petrolera como base de recursos.
Pero el gobierno ha cambiado su política tributaria y la ha hecho más eficaz durante estos años, al lograr hacerse menos dependiente del petróleo.
En el año 2020, cuando la economía nacional estaba sumamente resentida a causa del embargo, la hacienda nacional recaudó el equivalente de unos 1 571 millones de dólares. Pero al cierre de 2024 la recaudación alcanzó el equivalente de unos 12 119 millones de dólares, lo cual ha dado al Ejecutivo Nacional un marco de maniobra muy superior al que tenía cuando, en 2020, 99% de los ingresos en divisas de la nación se redujo a causa de las sanciones ilegales.
Impactos, ¿pero de qué tipo?
La agenda de presión contra Venezuela podría esclarecerse muy pronto y, sin lugar a dudas, cualquier batería que implique la intensificación del hostigamiento generará impactos sobre su economía.
No obstante, dados los cambios en las dinámicas económicas internas en Venezuela y la adaptación del país al bloqueo en los últimos años, lo importante es analizar qué tan significativos serían estos embates y si los factores del ecosistema interno podrán maniobrarlos.
El cambio de régimen es el fin principal de las sanciones como mecanismo de guerra económica a gran escala.
En consecuencia, están por determinarse los niveles de resiliencia de la economía nacional, y si las eventuales medidas coercitivas en 2025 podrán alcanzar los objetivos políticos que no se lograron cuando se implementaron años atrás, cuando el cuerpo productivo era mucho más vulnerable y dependiente del petróleo de lo que es ahora.