Jue. 18 Septiembre 2025 Actualizado 2:06 pm

Presidente Nicolás Maduro denuncia los planes de agresión de Estados Unidos contra Venezuela

Presidente Nicolás Maduro denuncia los planes de agresión de Estados Unidos contra Venezuela (Foto: Archivo)
Siempre ha sido el objetivo final de EE.UU.

Un cambio de régimen para el saqueo del petróleo venezolano

En un encuentro con periodistas internacionales el pasado 15 de septiembre de 2025, el presidente Nicolás Maduro respondió a la corresponsal del Grupo de Medios de China (CMG) sobre las amenazas contra Venezuela. En su intervención expuso el verdadero plan que se esconde detrás del discurso estadounidense:

"Todos saben que es mentira lo del narcotráfico. Todos saben que son mentira las acusaciones. Y todo el mundo sabe que la única verdad es que quieren un cambio de régimen. ¿Para qué? Para imponer un gobierno títere y apoderarse del petróleo de Venezuela".

El planteamiento del presidente deja en evidencia el método acusatorio como pretexto para la agresión, que al fin y al cabo corresponde a la agenda de cambio de régimen que acostumbraron implementar en contra de Venezuela.

Todo ello con un único propósito: volver a tener el control de la gestión del petróleo venezolano, la mayor reserva del planeta.

Esta obsesión por retomar el control del recurso más preciado representa una añoranza histórica que ha estado presente de manera constante en la política de Estados Unidos hacia Venezuela.

Durante más de un siglo, Washington operó bajo la lógica de controlar la explotación petrolera venezolana, obteniendo beneficios extraordinarios mientras gestionaba el recurso a su conveniencia.

No es sorprendente, entonces, que esos códigos persistan; después de cien años de acostumbrarse a manejar los yacimientos ajenos, cualquiera extrañaría tal práctica.

A modo de recordatorio

El argumento del narcotráfico ha sido, en realidad, la excusa contemporánea para avanzar en una estrategia de cambio de régimen en Venezuela.

Antes, no era necesario inventarse patrañas; bastaba con la entrega de concesiones blandas durante la dictadura de Juan Vicente Gómez, cuando las transnacionales lideradas por la Standard Oil de John D. Rockefeller recibían ventajas sin precedentes, es decir, bajos impuestos, prórrogas, derecho de expropiación de terrenos y exoneración de aranceles.

El negocio fue tan desigual que, como documentó Juan Pablo Pérez Alfonzo en Hundiéndonos en el excremento del diablo, entre 1917 y 1935 las compañías extranjeras extrajeron 1.148 millones de barriles, recaudando 1.199 millones de dólares, mientras que Venezuela apenas percibió 90 millones: un 8% del total.

Durante esas décadas, Estados Unidos no necesitó montar operaciones de cambio de régimen ni escudarse en banderas "morales". El acceso al petróleo estaba garantizado bajo condiciones coloniales.

Los aspectos técnicos lo confirman

A pesar de ser hoy el mayor productor mundial de petróleo y gas, Estados Unidos enfrenta una limitación técnica insoslayable: su producción está dominada por crudo ligero, proveniente del auge del esquisto.

En 2023, produjo en promedio 12,93 millones de barriles diarios, mientras que su consumo fue de 20,24 millones de barriles diarios. La brecha se cubre con importaciones, especialmente de crudos pesados.

La mezcla de hidrocarburos requiere insumos más pesados, cuya producción doméstica es limitada, concentrándose en California y algunos estados con volúmenes reducidos. Este déficit obliga a buscar fuentes externas que complementen la oferta nacional.

¿Cuáles fuentes? Entre la reducida lista se encuentra Venezuela, por supuesto.

El sistema de refinación estadounidense, diseñado desde mediados del siglo XX, depende de crudos pesados para mantener su rendimiento, una realidad que, por cierto, viene marcada desde la época de Gómez en adelante, cuando Venezuela fue incorporada al engranaje energético de Washington como proveedor "natural" de hidrocarburos.

De hecho, según la propia Agencia de Información de Energía y especialistas como Matt Sands (The Mineral Rights Podcast), en 2023 más de 6 millones de barriles diarios de importaciones correspondieron a petróleo pesado.

Entonces, aquí radica la importancia de Venezuela: sus crudos pesados y extrapesados, provenientes de la Faja Petrolífera del Orinoco, son insumos estratégicos para refinerías de la costa del Golfo de México, cuya infraestructura no puede operar únicamente con crudos ligeros.

En 2017, por ejemplo, el 71% de las importaciones en esa región correspondieron a insumos más densos, precisamente el tipo de petróleo que Venezuela ofrece.

A esta condición técnica se suma la ventaja logística, pues la cercanía geográfica reduce costos y tiempos de transporte, convirtiendo al crudo venezolano en una opción más competitiva que suministros lejanos.

Por tanto, aunque Trump insista en que Estados Unidos "no necesita el petróleo de Venezuela", la realidad es que sí lo necesita, por la cantidad, pero también por la calidad y complementariedad de los crudos venezolanos en su parque refinador.

Tras la denuncia del presidente Maduro sobre el verdadero objetivo de Washington, imponer un cambio de régimen para apoderarse del petróleo venezolano, resulta clave dimensionar lo que está en juego.

Venezuela no solo posee las mayores reservas probadas del planeta, sino que cuenta con una diversidad de crudos, livianos, medianos, pesados y extrapesados, que le permiten adaptarse a las distintas necesidades del mercado internacional.

El Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) estimó en 2009 que la Faja Petrolífera del Orinoco concentra entre 380 y 652 mil millones de barriles técnicamente recuperables, un volumen que supera con creces las reservas de países como Estados Unidos y que, en su rango medio, podría abastecer la demanda latinoamericana por más de un siglo.

La importancia de este recurso no se limita al volumen, ya que la dispersión geográfica de los yacimientos, desde el Lago de Maracaibo hasta la Faja del Orinoco, otorga ventajas logísticas y reduce vulnerabilidades.

Es decir, a diferencia de otros grandes productores, donde la riqueza petrolera está concentrada en un único bloque o región (caso de Arabia Saudita en su zona oriental o de Kuwait en una sola cuenca), los hidrocarburos venezolanos están distribuidos de punta a punta en nuestro territorio.

Cada una de estas variables muestra la motivación estadounidense para mantener la obsesión por la agenda de cambio de régimen.

"¿Para qué? Para imponer un gobierno títere y apoderarse del petróleo de Venezuela, y apoderándose del petróleo de Venezuela torcerle el brazo al mundo entero, torcerle el brazo a todos los países de la OPEP Plus, a todos los productores del mundo y controlar a corto, mediano y largo plazo la reserva petrolera más grande del planeta Tierra, que está en Venezuela y que es de los venezolanos, y jamás será de más nadie en este mundo, porque Venezuela no será de nuevo una colonia petrolera de nadie, de Estados Unidos", concluyó el presidente Maduro.

Cambio de régimen: apoderarse del petróleo venezolano

"Estados Unidos de Norteamérica y el mundo entero, América Latina y el Caribe, saben que esta es una operación militar para amedrentar y para buscar un cambio de régimen, desestabilizar a Venezuela, partirla en pedazos como hicieron con Libia y con Siria y apoderarse y robarnos el petróleo, el gas, el hierro y el oro, y eso no ha ocurrido ni va a ocurrir", agregó el mandatario venezolano.

El plan estadounidense se trata, a grandes rasgos, de debilitar al Estado para facilitar la apropiación de sus recursos estratégicos.

La experiencia siria, tal como menciona el presidente Maduro, ofrece un caso ilustrativo y aleccionador sobre cómo la intervención, la ocupación parcial y la fragmentación territorial pueden traducirse en saqueo sistemático y pérdidas económicas millonarias.

Por ejemplo, el entonces Ministerio de Relaciones Exteriores de Siria calculó que entre 2011 y mediados de 2023 las pérdidas por agresión, saqueo y sabotaje ascendieron a unos 115 mil 200 millones de dólares, de los cuales alrededor de 27 mil 500 millones correspondían a pérdidas directas del sector petrolero.

Esto incluye el "saqueo, despilfarro y quema" de unos 341 millones de barriles de petróleo, el robo de decenas de miles de barriles por día (estimado en un rango de 100 mil-150 mil b/d), daños a infraestructuras energéticas por miles de millones y pérdidas secundarias por la caída de la producción.

El patrón histórico es claro: en contextos de guerra y colapso institucional, los recursos estratégicos (petróleo, gas, minerales) se convierten en botín para los fascinerosos.

La evidencia empírica de Siria muestra dos efectos simultáneos y letales para un país: por un lado, el robo directo de recursos y la destrucción de activos productivos; por otro, la caída duradera de la capacidad productiva y de la economía nacional que convierte la recuperación en una tarea de décadas y costes exorbitantes.

La Organización de Naciones Unidas y el Banco Mundial sitúan el coste potencial de reconstrucción de Siria en un rango muy alto, mientras millones de personas requieren asistencia humanitaria y la infraestructura social fue devastada.

Esto evidencia que la guerra o la fragmentación no solo merman la riqueza, sino que imponen un "punto de no retorno" socioeconómico; reconstruir instituciones, tejido productivo y capital humano es enormemente costoso y, a menudo, irreversible en plazos cortos.

Las respuestas del presidente Nicolás Maduro explican con claridad los objetivos de esta nueva escalada contra Venezuela, un país con vastas riquezas naturales que, bajo la administración del Gobierno Bolivariano, ejerce su carácter soberano en la gestión de sus recursos.

Ese viraje político resulta profundamente perturbador para Washington, que hoy vuelve a recurrir al mismo método de siempre, ahora disfrazado con la careta pasivo-agresiva de una supuesta "lucha contra el terrorismo".

El trasfondo no cambia: se trata del viejo síndrome colonial que persiste en la política estadounidense hacia la región.

— Somos un grupo de investigadores independientes dedicados a analizar el proceso de guerra contra Venezuela y sus implicaciones globales. Desde el principio nuestro contenido ha sido de libre uso. Dependemos de donaciones y colaboraciones para sostener este proyecto, si deseas contribuir con Misión Verdad puedes hacerlo aquí<