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Evo Morales en una marcha hacia la capital de Bolivia, en Caracollo, Oruro, en septiembre de 2024 (Foto: Juan Karita / AP Photo)

Bolivia: incertidumbre, peleas internas y cansancio popular

La disputa entre el expresidente Evo Morales y el actual mandatario Luis "Lucho" Arce se torna cada semana más virulenta. Los cambios extraordinarios que el Estado Plurinacional de Bolivia ha logrado a partir de 2006 están en riesgo de perderse. Incluso se teme que aquella derecha que había convertido a Bolivia en un país sin dignidad regrese al poder.

Luego del golpe de Estado de 2019 Evo, proscripto, eligió a su exministro de Economía, Arce, como candidato presidencial por el Movimiento al Socialismo (MAS) para las elecciones 2020. La fórmula Luis Arce-David Choquehuanca obtuvo 55% de los votos y la mayoría absoluta de la Asamblea Legislativa. Un año después comenzaron las tensiones en el MAS.

"Es un declive sin gloria", opinó el exvicepresidente Álvaro García Linera, refiriéndose a esta etapa de reproches, acusaciones y enfrentamientos internos. La pelea es tan profunda que, a semanas de las elecciones presidenciales del 17 de agosto, no se conoce quién será el candidato de izquierda. La incertidumbre es total porque, como explicó Ariel Basteiro, exembajador argentino en Bolivia, "por ley, hasta seis días antes de los comicios se pueden hacer cambios en las fórmulas electorales por renuncia o muerte de alguno de los candidatos".

Por el momento, los posibles postulantes progresistas son tres. Eduardo del Castillo (36), abogado y actual ministro de gobierno. Andrónico Rodríguez (36), politólogo y destacado dirigente cocalero. Y Mónica Eva Copa (38), expresidenta del Senado por el MAS y actual alcaldesa de El Alto, una de las regiones bolivianas más combativas.

A estos candidatos jóvenes, progresistas y egresados todos de universidades públicas bolivianas se enfrentan los postulantes de la derecha neoliberal. Los tres con mayores chances —Samuel Doria Media (66), Tuto Quiroga (65) y Manfred Reyes (70)— se han presentado sin éxito en otras elecciones. Doria Medina, empresario y exministro; Reyes, exmilitar formado en la terrorista Escuela de las Américas y exalcalde de Cochabamba; y Quiroga, sucesor del dictador Hugo Banzer; todos están formados en centros de estudios anglosajones. Buscan imponer el neoliberalismo en Bolivia.

Ariel Basteiro, autor del libro Radiografía de una canallada —una rigurosa investigación sobre la participación de Mauricio Macri y Patricia Bullrich en el golpe de 2019 contra Evo—, en entrevista con El Destape reflexionó sobre la compleja situación económica, política y social que atraviesa Bolivia.

-  ¿El enfrentamiento entre Evo y Arce es ideológico o es una pelea de "egos"?

- El problema principal es claro y preciso: se trata de una rencilla de poder. Evo quiere ser candidato presidencial a como dé lugar y Lucho Arce, quien en un principio iba a postularse a la reelección, tuvo que declinar porque las encuestas reflejaron que no tiene apoyo popular. Arce buscó, entonces, una alternativa dentro de su gabinete de ministros y eligió a Eduardo del Castillo. Tanto Evo como Lucho tienen posiciones claras y fuertes. Arce, en este último tiempo, fue muy contundente en el apoyo a Palestina, en fortalecer los vínculos con América Latina, en incorporar a Bolivia al Mercosur y a los Brics. En cambio Del Castillo, Andrónico Rodríguez e, incluso, Eva Copa no han expresado definiciones al respecto.

-  Pero la disputa por la presidencia no cesa...

-  Hoy ya está definido: Evo no sería candidato a presidente y Lucho tampoco.

-  ¿Cómo vive la sociedad boliviana esta pelea de palacio?

-  La politización del pueblo boliviano ya no tiene la contundencia que tuvo desde 2008 hasta 2013, el mejor momento del MAS. Hoy hay cierta molestia. En la calle todos están un poco cansados de las tensiones internas y de las divisiones, que no son solo en el MAS sino también entre los 5 o 6 candidatos de la derecha. Eso muestra que la división se da en todos los planos y en todos los sectores. El ciudadano de a pie no acompaña hoy el debate político en Bolivia. Se queja porque esas internas le crean inconvenientes en la vida diaria: hay bloqueos de carreteras, paros de transportistas, conflicto con la provisión de alimentos y de combustible… y la gente está más atenta a cómo resolver el cotidiano que a las disputas de cada sector.

-  ¿Cómo está el contexto económico?

-  Comparado con Argentina no parece grave, pero lo real es que durante 14 años en el gobierno de Evo se había alcanzado un equilibrio en los aspectos más importantes de la economía, como inflación, valor de la moneda, ingreso de divisas, comercio exterior. Fueron años muy provechosos y la sociedad boliviana se acostumbró a esa normalidad. Hoy hay una inflación de 20% en alimentos, un dólar que se disparó al doble —el oficial está a 7 pesos y el paralelo al doble 14—, entre otras cosas por el estilo.

-  ¿Las causas hay que buscarlas en las rencillas políticas?

-  Es multicausal. En parte tiene que ver con las rencillas políticas. El gobierno de Lucho no tuvo posibilidad ni capacidad para conseguir préstamos blandos con el BID o con organismos regionales por cuestiones políticas: el grupo de Evo no le dio los votos necesarios en la Asamblea Legislativa para que esos acuerdos salieran. Por otra parte, la caída en la producción de gas fue catastrófica. En el pasado, con las compras de Argentina y Brasil, ingresaban a Bolivia más de 3 mil millones de dólares mensuales, lo cual generó un periodo de bonanza. Argentina ahora tiene producción propia y Brasil, que era un gran demandante del gas boliviano, podría haber seguido comprando lo que Argentina ya no demandaba, pero los pozos se secaron tanto por falta de exploración como por un problema geológico. Hoy Bolivia tiene muy poco ingreso por la venta del gas. Tiene algo por minería, pero nada comparado a lo que fue en la década de 2006 a 2016. Esto repercute en lo social. Los sueldos de los empleados del Estado se pagan en cuotas, se paralizaron las obras públicas, se redujeron los beneficios sociales, etcétera.

-  ¿La derecha tiene posibilidades de ganar?

- Sí. Hoy están divididos, pero en una segunda vuelta, si todos se encolumnan detrás del referente de ese sector que haya pasado al balotaje, está claro que pondrían en aprietos al MAS. Muchos plantean que el MAS tiene posibilidad de ganar en la primera vuelta. Si van unificados, la fórmula que resulte elegida podría obtener 40 puntos y los candidatos conservadores no llegarían a 30. Hoy las encuestas dan a la derecha 20 o 22 puntos. Pero si la izquierda va dividida…

-   La experiencia de Bolivia con Estados Unidos es traumática. Hasta la asunción de Evo Morales quien debió expulsar al embajador Phillips Goldberg por conspirar contra su gobierno, los embajadores norteamericanos intervenían abiertamente en la política y la economía de Bolivia. Incluso está probada la intervención de la OEA, manipulada por Washington, en el golpe contra Evo de 2019. ¿Cómo está esa relación hoy?

-  El gobierno actual sigue manteniendo con Washington la misma relación fría que en la época de Evo. Los estadounidenses siguen incidiendo y ayudando a los grupos opositores. De hecho, la derecha boliviana es financiada claramente por una ONG norteamericana. El dato más importante es que la encargada de negocios, Debra Hevia, actualmente la persona de mayor jerarquía en la embajada, es una mujer con un pasado complejo. Por donde ella pasó hubo desestabilización, golpes de Estado y revoluciones de colores. Ahora habrá que ver cómo se desarrolla el proceso electoral. EE.UU. incide como siempre: oficialmente parece hacer poca actividad, pero maniobran en las sombras como lo hacen y lo han hecho en todos los países.

-    ¿Te animás a hacer algún pronóstico?

-    Nooo. En Bolivia todo puede ser posible.


Este artículo fue publicado originalmente en El Destape el 13 de julio de 2025.

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